martes, 10 de mayo de 2016

Cambiemos el peronismo, por Alejandro Borensztein



No solamente nos hemos dado el gusto de meter un Papa peronista en el Vaticano, sino que además estamos a un paso de enchufar un presidente peronista en la Casa Blanca.

Lástima que esto se nos da justo ahora que tenemos un gorila en la Rosada. Como diría el General Perón: “Todo no se puede”.

Obviamente, Francisco y Trump tienen poco o nada que ver entre sí. Uno es un peronista de la rama “alta sensibilidad social” y el otro, el del peinado lluvia dorada, pertenece al populismo de la rama “burros con guita”, un sector que tiene una unidad básica en Santa Cruz que anduvo muy bien y creó el kirchnerismo. Gran proyecto, pero carísimo.

Dados los resultados, es evidente que en los últimos tiempos al peronismo internacional le va mucho mejor que al local.

El mal momento del peronismo argentino ha generado una fuerte crisis interna en el partido. No es para menos. Las jugadas de los últimos años no ayudaron. Ex Ella, Máximo, De Vido, Larroque, Aníbal, Jaime, Moreno, D’Elía, Boudou, Báez, Cristóbal. Fue mucho. Esta vez abusaron. Ya lo dijo el General: “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”.

Conscientes de que estos burros chocaron el peronismo contra un iceberg, pero a plena luz del día, los sobrevivientes del naufragio comenzaron a reorganizar el partido.

Saben hacerlo. Una de las especialidades es borrarse rápidamente las manchas y escapar hacia adelante como si acá no hubiera pasado nada.

Además, la historia demuestra que hacen posible lo imposible. Lograron hacer presidente a Menem, cuando todo indicaba que la interna la ganaría Cafiero, o a Ronald Reagan (otro gran peronista del Norte) cuando el mundo esperaba que Carter fuera reelecto. O en estos días Trump, que arrancó como un grotesco daño colateral del sistema democrático americano, y hoy ya está haciendo el casting de pasantes tetonas para que lo visiten en el Salón Oval.

Acá en el hemisferio sur, el PJ argentino ha comenzado su proceso de modernización y ya hay dos noticias: una mala y una buena. La mala es que por ahora lo más moderno que encontraron es el dúo Gioja/Scioli. La buena es que, por lo menos esta vez, no lo pusieron a Zannini.

¿Debe el partido tirar a la basura a todo el kirchnerismo o alcanza con sacarse de encima a los piantavotos y realinear al resto?

Como uno ya los conoce, me huelo que van a tener la picardía de poner en la bolsita negra lo que es tóxico y en la verde lo que es reciclable.

No necesitan quedarse pegados al video que está circulando donde Ex Ella explica por qué no servía la doble indemnización. Tampoco tienen por qué cargar con los 400.000 despidos que hubo en 2014. Eso fue Kicillof puro y va en la bolsita negra. Como dijo el General: “A otra cosa, mariposa”.

Estuvo en duda qué hacer con Recalde, que ahora dice que la doble indemnización es buena cuando hace dos años decía que era mala. Finalmente, fue a la bolsita verde. Bien ahí por los perucas. Un poco de piedad no se le niega a nadie.

Evidentemente algo del material kirchnerista es reciclable y como los peronistas de este país no son ningunos giles, saben que llegado el momento cada voto suma. Es cuestión de mirar a los ojos al posible reciclado, explicarle un poquito de qué se trata la vida y el tipo va a entender. Finalmente, como dijo el General: “Un kirchnerista es un peronista, pero muy confundido”.

Por supuesto, esto es sólo el comienzo. Los sindicatos ya se empezaron a guiñar el ojo para volver a juntarse. Después van a empezar los asaditos. Massa te puede traer un costillar y Felipe unos buenos vinos. Otro día te aparece Urtubey con las empanadas, un Rodríguez Saá para el postre que nunca debe faltar y cuando te querés acordar tenés a todos los peronistas juntos de vuelta rompiendo las pelotas como siempre.

Si Dios quiere, será el mejor peronismo posible para el siglo XXI. No les queda otra. Es eso, o nuevamente el dedito en alto desde el atril, a los gritos, en blanco y negro y por cadena nacional.

¿Le sirve esta renovación a la democracia? Muchísimo.

Todos queremos que a este gobierno nuevo le vaya bien. Y si Dios quiere y las cosas se dan como ellos dicen, así será.

Pero si por casualidad se cumple el deseo del pensador kirchnerista Ricardo Forster cuando esta semana dijo públicamente “espero que a Macri le vaya mal”, o sea que el tipo desea que el país y el pueblo argentino estén aún peor de lo que los dejó el gobierno del que él mismo formó parte, entonces tenemos que tener un plan B. Y el Plan B siempre es el peronismo.

No niego la posibilidad de un Plan C alrededor de Margarita, pero es más lejano. Y me parece que el Plan D con Del Caño y sus amigos está un poquito verde.

Ahora es tiempo del Plan A con el Compañero Mauri, bautizado hace 20 años por Diego Maradona como “el cartonero Báez” en alusión al cartonero que decía haber visto a Monzón asesinando a Alicia Muñiz.

Es curioso. Por entonces, el apellido Báez era sinónimo de cirujeo, miseria y pobreza. Hoy quiere decir todo lo contrario. Sin duda, otro logro de la década pavimentada y del proyecto nacional, popular y hotelero.

Tampoco hay que ser tan injustos con Lázaro. ¿¿Usted sabe cuánto tiempo lleva comprarse 200 estancias?? Buscarlas, negociar precio, pelearse con la inmobiliaria, el boleto, la escritura. ¿Cuándo pretenden que el pobre tipo tuviera tiempo para terminar las rutas? Imposible.

Lo mismo puede decirse de Ex Ella. Si usted se entera de que su socio lo está currando, ¿va a perder tiempo combatiendo la pobreza o la inflación? Obviamente no. Usted tiene que dedicarse a recuperar lo que le están choreando y que de los hospitales bonaerenses y las condiciones miserables en las que trabajan los médicos se ocupe otro.

Mejor terminemos con la frase del general cuando dijo: llevo en mis oídos la más maravillosa música que es la frase inmortalizada por el pensador popular Luis Barrionuevo, esta semana en el programa de Fantino: “A De Vido le decían celular porque primero había que ponerle el 15 adelante”.

Barrionuevo es el esposo de la diputada Graciela Camaño quien, a su vez, es hermana del sindicalista Dante Camaño. Ambos son hijos de Doña María Fernández de Camaño, fiel lectora de esta columna. Una peronista de ley, como millones, a quien va dedicada esta nota. Con cariño.

Alejandro Borensztein













@nib@l  2016 

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