sábado, 21 de mayo de 2016

Argentina destruida x el kirchnerato !



"Para reconstruir el país tras el kirchnerismo, se necesitan 3 o 4 décadas de gobiernos decentes"


Por: Rodrigo Duarte rduarte@infobae.com

El filósofo Santiago Kovadloff habló con Infobae sobre su más reciente libro, "Las huellas del rencor", y reflexionó sobre la muerte de Nisman, los ataques contra el juez Fayt y la actualidad política. Alertó sobre un "sentimiento antisemita" en el país promovido por la política


-Su nueva colección de ensayos "Las huellas del rencor" tiene como principal atractivo un texto sobre la muerte del fiscal Nisman. ¿Cuánto influyó este hecho en el tono general del libro?
No, en nada, el libro estaba terminado bastante antes de la muerte de Nisman. Escribí un pequeño ensayo a raíz de este hecho y, cuando decido incluirlo, mi idea era ubicarlo como desenlace del libro, pero la editorial entendió que era más oportuno que fuese la introducción.

-A propósito del tema, ¿qué reflexión le merece el estado actual de la investigación de la muerte de Nisman, que se encuentra en una especie de limbo, sin ninguna certeza después de cuatro meses, y el hecho que se haya archivado definitivamente su denuncia sobre el encubrimiento del atentado a la AMIA?
La modalidad operativa que ha seguido el Gobierno para inscribir al caso Nisman en ese limbo dantesco del cual vos hablás no es novedosa. Es la misma que este Gobierno y los anteriores han seguido para que el caso AMIA no alcanzara el esclarecimiento que permita comprender la verdad de lo sucedido. Lo que sí es novedoso es la necesidad de encubrir lo sucedido, que se haya llegado a eliminar a un fiscal. Un fiscal decide investigar al Gobierno por una presunta complicidad con Irán y ese hombre aparece muerto. ¿Por qué es novedoso? Porque hasta ahora el crimen había tenido un carácter colectivo, como en el caso de las personas asesinadas en la AMIA. Pero en el momento en que interviene la ley, se decide asesinar a quien la representa. Esto es nuevo, y habla de un nivel de barbarie y de impunidad muy profunda en el país.
-¿Cómo reaccionó al verse involucrado recientemente en una denuncia por "traición a la patria"en la que se lo acusaba de querer desestabilizar al Gobierno junto a los fondos buitre, la dirigencia judía y otros intelectuales como Daniel Sabsay y Marcos Aguinis?
Por un lado, te confieso que me resultó muy inverosímil, me pareció muy imaginativo vincularme a mí con los fondos buitre, a mí nunca se me hubiese ocurrido. Por otro lado, me pareció una clara iniciativa antisemita, en la medida en la que se repone la tesis de los Protocolos de los Sabios de Sion, en donde se habla de un complot de figuras judías. Me produjo más desconcierto que preocupación.
-En su anterior libro, "El fin de la diáspora judía", afirmaba precisamente que el antisemitismo era un mal sin remedio.
En efecto, pero este episodio para mí fue algo menor, sinceramente. Lo que para mí sí fue grave es que se haya interpretado el atentado contra la AMIA como un atentado contra la comunidad judía, y no contra la nación. El hecho de que se haya privilegiado esa idea muestra hasta qué hondura llega por un lado la incomprensión de lo sucedido, más allá del encubrimiento de quienes intencionalmente han buscado plantearlo así, y también revela un sentimiento fuertemente antisemita. Eso sí me preocupa, porque el pluralismo que distinguiría a una sociedad como la nuestra, integrada en su trama social por tantas vertientes inmigratorias, evidenciaría que la judía seguiría siendo objeto de sospecha.

-¿Cómo se explica este brote de antisemitismo?
En primer lugar, porque hay una proclividad cultural muy profunda y subterránea a creer que los judíos podrían estar involucrados en episodios de deslealtad hacia la nación. Se ha trabajado un par de milenios por esa causa. Pero no se trata solo de una sensibilidad colectiva inconsciente, sino que el poder político se vale de estas cosas para denunciar ataques foráneos y ponerse en un lugar de padecimiento.
-Volviendo a su nuevo libro, éste contiene algunos de los párrafos más duros que se hayan escrito recientemente sobre el kirchnerismo. ¿Se siente solo en la denuncia de lo que usted considera es un gobierno corrupto y confrontativo?
No, realmente no me siento solo. Desde el punto de vista de la información crítica que circula sobre el Gobierno, reconozco el trabajo de periodistas como Marcelo Longobardi, Alfredo Leuco, Nelson Castro y Jorge Lanata, por decir algunos nombres, cuyas investigaciones y análisis tienen un fuerte carácter de denuncia en relación a lo que sucede en el país.
-Usted habla de la "década autoritaria", en oposición a la "década ganada" de la que se ufana el Gobierno. ¿Cómo se llegó a este escenario?
Creo que para comprender al kirchnerismo es muy importante entender todo lo que sucedió antes del acceso de Néstor Kirchner al poder. Lo que Kirchner logra es capitalizar el descrédito a la democracia republicana y reorientar la gestión política, valiéndose de la fuerte proclividad argentina para respaldar liderazgos personalistas. La estructura del poder republicano se ve reducida en beneficio de la expansión del Poder Ejecutivo. Creo que esta operación Néstor Kirchner la llevó a cabo con un gran sentido de la percepción de la anemia republicana de la democracia argentina, y la reorientó hacia el populismo con la idoneidad propia de quien durante 16 años ejerció en su provincia un control prácticamente absoluto de la estructura política.
-¿Y cómo se sale de un populismo autoritario cuando logra echar raíces tan profundas?
Yo te diría que si el debilitamiento de la democracia republicana fuera exclusivamente un producto de la gestión de esta década, bastaría a mi juicio con uno o dos periodos constitucionales para salir, pero no es así. El debilitamiento de la democracia en la Argentina se extiende al período previo del golpe de Estado del 76, así que vamos a necesitar para reconstruir no solo al país tras el kirchnerismo, sino el tejido de credibilidad de un sistema republicano democrático pleno, 3 o 4 décadas de gobiernos sucesivos decentes, embarcados en el despliegue de proyectos comunes, de políticas públicas que se vean esencialmente sostenidas en el tiempo por quienes se sucedan en el poder.
-¿Y tiene confianza que los candidatos presidenciales que tienen mejores chances según las encuestas podrían iniciar ese transformación?
En forma aislada, no. Darle inicio creo que sí, en la medida en que quien gane la presidencia de la nación haya establecido acuerdos de políticas convergentes con quienes no ganen. Es mucho más claro el proceder que tendrá en el futuro el actual oficialismo si le toca ser oposición, que la actual oposición si llega al poder. Entonces no se puede hablar de fervor, en política es preferible el interés que el enamoramiento.
-Hablando de la oposición, usted estuvo hace poco dando una charla junto a Elisa Carrió. ¿Le interesaría meterse en política como candidato?
No, me interesa la política desde un punto de vista filosófico y social, pero no me interesa como espacio de actividad personal, porque creo que las vocaciones son crueles y despóticas, y la mía es literaria, si la abandono me muero de tristeza. Ahora bien, yo creo que "Lilita" Carrió es una de las personas con quien más me gusta compartir un espacio público, no solo por su valentía indiscutible, sino porque tiene una capacidad analítica que revela una educación infrecuente.
-De todas formas, usted en su libro también critica duramente a los políticos de la oposición por no poder articular un discurso atractivo para contrarrestar el "relato kirchnerista". ¿Piensa que eso puede cambiar en estas elecciones?
Yo tengo la necesidad de manifestar permanentemente eso, la necesidad de que cambie, porque si no cambia vamos a seguir viviendo en un espacio donde la fragmentación tiene la última palabra. Hoy en día no podemos hablar de fuerzas políticas opositoras con consistencia protagónica de partidos, son agrupaciones y figuras. Si las elecciones del 2011 dejaron alguna lección es que no hubo un segundo. Entre el 54% ganador y el 18% que obtuvo Binner, no se puede decir que salió segundo. Entonces ¿cómo generar más protagonismo? Empezando por admitir la verdad, ¿y cuál es la verdad? Que una democracia republicana sin partidos políticos no se puede sostener. ¿Y cómo podemos generar fuerzas políticas? Teniendo líneas programáticas convergentes, de tal manera que la oposición esté permanentemente integrada por protagonistas de primera y segunda línea. Porque entre quienes hoy no representan fuerzas mayoritarias están algunas de las figuras más interesantes de la política argentina, como "Lilita" o Margarita Stolbizer.
-Por último, quiero pedirle su opinión sobre lo que ha estado sucediendo en los últimos días con el juez Fayt.
Yo estoy realmente perplejo, porque es obvio que el interés del Gobierno es copar la Corte Suprema de Justicia, ponerla a su servicio, garantizar la impunidad de quienes hoy ejercen el poder a través de una Corte adicta. Se habla de "Justicia Legítima".... me parece que hay adjetivos que están de más. La Justicia solo puede ser legítima, si es necesario ponerle un adjetivo es porque, como enseñaba Borges, los sustantivos que encierran una verdad están desmentidos por los adjetivos que uno les añade.
"Las huellas del rencor", de Santiago Kovadloff (Planeta)
http://www.infobae.com/2015/05/17/1729299-para-reconstruir-el-pais-el-kirchnerismo-se-necesitan-3-o-4-decadas-gobiernos-decentes

@nib@l  2016

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