El laberinto de las aceitunas
La imaginación narrativa de Mendoza va esta vez todavía más lejos: en triple salto mortal de funámbulo sonámbulo, el narrador-detective llega, por la distorsión de la peripecia policial, no ya al reino del humor y el absurdo, sino al de la libérrima fabulación que roza, tras lo esperpéntico, el área del prodigio surreal.
El protagonista abandona el sanatorio mental en el que ha estado seis años recluido para cumplir una sencilla misión: llevar hasta Madrid un maletín que contiene una estimable cantidad de dinero. La empresa topa, sin embargo, con serias dificultades. Desde Barcelona, con la ayuda de Emilia Corrales, alias "Suzanna Trash", y del estrambótico don Plutarquete Pajarell, nuestro singular detective se enfrenta a una enrevesada trama en la que intervienen actores frustrados, magnates de las aceitunas, algún que otro monje y seis ingenieros espaciales.
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@níb@l 2018
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