El tema de Venezuela se torna inevitable en plena campaña para entender qué posición tomarán los candidatos ante la crisis más grande que haya vivido el país caribeño en toda su historia. Cristina sabe que cualquier gesto, por pequeño que sea, suma. Y como cada voto cuenta, esta semana se dedicó a fortalecer los lazos con ese 5% de fundamentalistas del kirchnerismo que ven al eje formado por Cuba y Venezuela como la Disneylandia del socialismo. Una semana crítica si sumamos que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, calificó a las elecciones de la Asamblea Nacional Constituyente como "el fraude electoral más grande de la historia de Latinoamérica", luego de que la empresa encargada del recuento de votos denunciara que hubo una grosera manipulación de los datos por parte del regimen de Maduro y retirara a todos sus empleados del país.
Acontecimientos que dieron pie a una conversación secreta entre ambos líderes globales, que mantuvieron a través del teléfono rojo con el que se manejaban Néstor y Hugo. "¿Pero a qué le debo este honor?, mi querida Cristina Fernández de Kirchner". La ex mandataria no se quedó atrás: "¿Necesito algún motivo para saludar a un amigo en tiempos difíciles?".
Maduro es un caballero y le devolvió la gentileza: "Pues no, señora, de hecho quiero agradecerle que me llame en medio de las PASO donde está en juego el futuro de la Argentina ante la amenaza de la dictadura macrista". Fuentes confiables cuentan que la charla mantuvo un tono cordial, que cruzaron datos sobre los comicios del pasado domingo donde el régimen chavista asegura haber obtenido 8 millones de votos y la oposición denuncia que no fueron más de 1.8 millones. "¿A quién puede importarle esa mínima diferencia? Al imperialismo yanqui y al dictador que tienes en tu país mi reina. Estoy muy preocupado por ti, Cristina. ¿Hay suficiente comida en los supermercados?

"¿Cuál era el botón que tenía que apretar para hacer una conferencia entre tres?", parece preguntarse Evo Morales, quien se impacienta por participar de la charla con Maduro y Cristina para tomar medidas en conjunto por el avance fascista de Macri.
Maduro tocó un tema sensible. Es que Cristina está furiosa con el rumbo económico del maravilloso país que dejó en manos de este ser sin alma, quien sólo gobierna para los ricos. "Cómo extraño el cepo cambiario, Nicolás. No soporto la manía que tiene la clase media de acumular dólares para gastarlos en Miami. Tenés que verlos a todos en las redes sociales sacándose fotos en las vacaciones de invierno. ¿A cuánto está el blue en Venezuela?".
Con evidente orgullo, Maduro le contesta que el dólar oficial ronda los 10 bolívares mientras que el paralelo toca los 16.000, y que la inflación este año va a estar en el orden del 350%, algo que le hace muy bien a la economía ya que los billetes queman en las manos. "Pero mirá vos, están casi iguales a Santa Cruz". A pesar de tener una pésima relación con su vicepresidente, su figura se hace presente: "Diosdado está en su salsa, tú conoces a ese malparido. Cuando los medios opositores nos llaman represores por el uso de ballenas hidrantes para dispersar las manifestaciones, él les responde que en realidad es el baño semanal que se merecen esos terroristas".
Ambos ríen a carcajadas, entonces Cristina aprovecha para explicarle que la situación en Argentina es bien distinta dado que los agitadores son unos abnegados trabajadores que necesitan taparse la cara y portar palos ante el avance de un gobierno que va por sus derechos adquiridos. "¿Leíste el comentario de Filmus comparando la represión de Pepsico con lo que pasa en Venezuela?". Los pocos testigos privilegiados de esta conversación aseguran que fue el único momento en que Maduro se quebró: "Pues mándale muchos saludos a Daniel. Lo admiro por su valentía y por esa tenacidad de presentarse sabiendo que va a salir segundo cómodo. Daniel es un soldado de la causa, defendiendo el modelo ante la burguesía de la Capital Federal. Ese muchacho es un ejemplo de derrota digna".

"Me sobraron 4.000 marines que trajo Obama de Irak que piden a gritos invadirte. Si no liberas a Leopoldo López te los largo ya", dicen que le soltó el Presidente de los Estados Unidos en una conversación muy poco amigable.
Cuando surgió el tema de Donald Trump, hubo un silencio sepulcral. "No me digas que los rumores son ciertos" le comentó Cristina. Ante una pregunta directa, una respuesta sincera: "A tí no te puedo mentir mi amor. Fíjate que el muy descarado me llamó engañado para hablar del precio del barril de petróleo y apenas le dije 'Jelou Donal' me lanzó una ráfaga de infamias acerca de que Leopoldo López y Antonio Ledezma –tu sabes, el alcalde de Caracas- son presos políticos de una dictadura, cuando lo único que hemos hecho fue sacarlos de sus casas en plena madrugada en pijama y encerrarlos por esa pésima costumbre que tienen de opinar del movimiento socialista del siglo XXI sin fundamento alguno".
Sólo una cosa inquieta a Cristina y está relacionada con el Vaticano. "Qué raro que no te llamó Francisco, a él que le gusta estar en medio de todo lo que genere rating". Sabiendo la incidencia que tiene la Iglesia Católica en un país con millones de fieles, el sucesor de Hugo Chávez le cuenta que "llegó una carta de la Santa Sede donde dice que suspenda no se qué pero no debe ser él ya que nunca nos regaña. Lo que espero es que no nos envíe a Gustavo Vera a que nos dé un sermón. Lo prefiero a Trump".

"¿Ve qué fácil es? Lo suma al Whatsapp y, si no quiere hablar con Maduro, le puede enviar un mensaje o un audio y él lo recibe al instante", le explicaron al Papa Francisco, quien prefiere ir a lo seguro: cartas enviadas por barco, aunque lleguen a destiempo.
Antes de cortar, hablaron sobre un ruidito molesto que se repitió durante toda la conversación. "Debe ser la CIA" disparó un paranoico Maduro. "Olvidate, seguro que es Evo que todavía no aprendió a usar el smartphone que le regalé". Como sea, acordaron que cuando Cristina vuelva a ser presidente en el 2019 harán una cumbre en la Habana, donde reunirán a Lula, Evo, Ortega y Raúl Castro para festejar el triunfo de la Patria Grande. Lo único que podría empañar ese acontecimiento sería que la justicia empezara a funcionar y terminen presos por delitos que nunca cometieron. Mientras tanto se permiten soñar. Y sí, en el fondo son unos idealistas.
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@nib@l  2017