martes, 12 de abril de 2016

El Museo de la Corrupción. por Alejandro Borensztein



Como todo el mundo sabe, ni Báez, ni De Vido, ni Cristóbal, ni Jaime, ni Schoklender, ni Echegaray, ni siquiera Ex Ella viven en Albany, la capital del Estado de Nueva York.
Sin embargo, esa ciudad está considerada como la más corrupta de EE.UU. y dentro del top ten mundial.
Tanto es así, que un profesor local de música llamado Bruce Rotter propuso aprovechar esa fama vergonzosa para fines turísticos y crear “The Museum of Political Corruption” (Museo de la Corrupción Política). Esto es rigurosamente cierto.

¿Por qué no incluir en los nuevos acuerdos bilaterales con EE.UU. la posibilidad de abrir una sucursal en Argentina de “The Museum of Political Corruption”? (en inglés suena lindo, pruebe).
Yo sé, amigo lector, que después de todo lo visto en estas semanas, usted está sediento de justicia. Desesperado. Quiere acción ya. Y lo quiere ver por televisión. En vivo. En directo. En HD. Completito. Desde el momento mismo en que la Policía tire la puerta abajo de “La Rosadita” y se los lleve a todos con sus vasos de whisky en la mano, hasta el momento en que una tropa de élite del Grupo GEOF se descuelgue de varios helicópteros sobre una estancia en la Patagonia y descubra un gigantesco tesoro blindado con 5.000 millones de euros en billetes de 500, bolsos vacíos tirados alrededor, zapatos, carteras, un atril para ensayar discursos y un escudito de Racing.

Lo conozco, amigo lector. Sé que su sueño sería perfecto si en el medio del operativo apareciera Lilita trayendo de la oreja a La Morsa que estaba escondido en el baño tirando bolsas de efedrina por el inodoro.
Pero lamento informarle que, como viene la mano, es muy difícil que suceda. Aunque la Justicia no dé bola, usted y yo sabemos que la cosas suelen ser tan simples como parecen: un tipo gana una elección, asume, reparte las obras públicas y los negocios del Estado entre los amigos, y se queda con un buen retorno o directamente se asocia con ellos.

Después la guita se junta, se cuenta, se pesa y se embolsa. Una parte se lava en hoteles y negocios varios, otra parte se manda a cuentas en el exterior, un buen pedazo se guarda en las bóvedas para tener cash a mano, y el resto se disfruta (finalmente para eso uno chorea, si no ¿dónde está la gracia?).
¿Qué es lo peor que puede pasarle a esta gente? Nada. A lo sumo, que Lanata lo descubra y lo muestre por televisión. ¿Salieron los jueces y fiscales en patrulleros a toda velocidad a buscarlos? ¡Ni en pedo! ¿Hay alguno preso? Ni el que trajo los vasos con Rolito.

Encima usted quiere morder el control remoto cuando sale algún kirchnerista diciendo: “Ese video no significa nada, es simplemente gente contando plata”. Y tienen razón, salvo por un pequeño detalle. Uno de los tipos (Martín Báez) es socio de la Ex Presidenta en varios asuntos, y el otro (Pérez no sé cuánto) es el contador de la empresa que administra los hoteles de la Presidenta.
O sea, no es “gente contando plata”. Es “gente socia de Ex Ella contando plata” y “gente que administra los hoteles de Ex Ella contando plata”. Parece lo mismo, pero no es lo mismo.
Sin embargo, por ahora no pasa naranja. Asumamos las cosas como son: tenemos muchos más chorros que tipos con ganas de atraparlos.

No lloremos más y no perdamos tiempo. Hagamos del defecto una virtud. The Argentine Museum of Political Corruption podría ser una elegante manera de evitar el olvido y de descomprimir la frustración popular que produce la impunidad.
Lo primero que necesitamos es un buen edificio: 20.000 metros cuadrados por abajo de las patas.
Así como la democracia y la defensa de los DD.HH. no empezaron con el kirchnerismo, como macanearon durante años, el choreo tampoco lo inventaron ellos. Desde la Banelco hasta la explosión de Río Tercero, pasando por el Mundial 78, Yaciretá, el dólar futuro o la Cruzada de Solidaridad de López Rega, tenés de todo. Excepto presos. Sólo para la AFA, necesitás un piso entero. Ni hablar si le incluís el sector Fútbol para Todos.

Para mí, la obra es adjudicación directa a Lázaro Báez de una. No sólo por lo emblemático, sino porque podría reincorporar a toda la gente que está rajando ahora que se le acabó la joda de la inclusión social con valor agregado y matriz productiva.
Mientras tanto, podríamos instalar provisoriamente el nuevo Museo de la Corrupción Política en el CCK.

Eso simplificaría las cosas. La sala de homenaje a Kirchner ni la tenés que tocar. Donde dice “Fundador de la Democracia” le ponés “The King of Hotels” y la dejás como está. La Bic ya la tenés. Es todo un símbolo. Juicios de desalojo por la 1050, escrituras de terrenos en El Calafate, transferencia de los 500 palos verdes de YPF a Suiza, hoteles, permisos de casinos, adjudicaciones de obra pública, etc. Cientos de millones de dólares firmados con una simple birome de mierda de dos dólares. Eso sí que no fue magia.

Ya que no van presos, sería ideal que los corruptos circularan por el Museo como una atracción para los visitantes. “Mirá mamá, ahí va Ricardo Jaime!!!... me quiero sacar una selfie!!!”.
Y si tenemos la mala suerte de que los encanen a todos, ponemos muñecos de cera. Sólo con los que tiene Scioli en La Ñata ya tenés medio museo resuelto.
Seguramente vendrán los turistas brasileños que también disfrutan de la corrupción, aunque ahí no es tan fácil zafar. A este paso, va a terminar en cana hasta Pelé con Jairzinho, Gerson, Tostao y Rivelino.

Podrían dar charlas Horacio González o Forster, explicando que a veces la lucha popular requiere un poquito de efectivo.
El merchandising le daría un plus a todo esto. Posters, imanes para heladeras, videos de Margarita en “A Dos Voces”, y hasta jarritos de café con la cara de Báez o de Pérez Gadín (si te llevás los dos, te regalan otro con la cara de Fabián Rossi).

O gigantografías en tamaño real de distintos personajes para asustar a los amigos corruptos. Por ejemplo, el tipo se despierta para mear en medio de la noche y se encuentra en el baño con un Nico Wiñazky. El potencial de esta idea es enorme.
Usted dirá que el Museo de la Corrupción libera de responsabilidad a la Justicia. No es verdad. Una cosa no quita la otra.

Que jueces y fiscales hagan, de una buena vez, lo que tienen que hacer. Y nosotros, amigo lector, por si todo termina como siempre, avancemos con el Museo de la Corrupción Política. El “MCP”.

Se aceptan benefactores y donaciones a nombre de: MCP S.A., Cuenta Nº XF435W1, Bank of Trust, Islas Seychelles.










@nib@l  2016 

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