Cristina y sus lecciones de la historia
En ocasiones, los líderes políticos recurren a las lecciones de la historia para justificar o defender sus acciones. La presidente Cristina Fernández de Kirchner no es ajena a esta práctica. Especialistas han estudiado este fenómeno y concluyen que no está mal usar la historia, el problema es caer en el abuso. En cadena nacional del 15 de agosto pasado, la presidente explicó que Hitler no había llegado por la inflación, sino “porque habían humillado a Alemania” y agregó que “el nazismo fue la consecuencia de las condiciones que los aliados impusieron a la Alemania vencida de la Primera Guerra Mundial a través del Tratado de Versalles”. Se trata de un argumento utilizado por los defensores de las políticas agresivas y expansionistas que siguió ese país a partir del ascenso del nazismo. La historia académica lo superó al demostrar claramente su insuficiencia para explicar la tragedia que asoló a Alemania y luego al mundo en los años treinta.
Se sabe que la inflación que se disparó en la primera posguerra hasta 1926, como un impuesto invisible, terminó debilitando a las nuevas democracias. Dañó la moral del trabajo y de su corolario, el ahorro; puso en duda el ascenso social, reafirmó las desigualdades y estableció una diferencia entre los que la supieron aprovechar y los que la padecieron. Ante la crisis monetaria, se abrió el camino a la aventura. La democracia parlamentaria fue reemplazada por el mito y el culto al hombre providencial, el Jefe, capaz de acabar con la inflación por su carisma. El ascenso del nazismo se debió a un proceso más largo y complejo en el que el pueblo alemán y sus líderes pudieron haber tomado otro camino.
Cuando los líderes apelan al pasado sin fundamento de investigación histórica se comportan como “historiadores prácticos-intuitivos”. Lo utilizan en base a una percepción subjetiva, imágenes y conocimiento selectivo. En muchos casos, sus explicaciones pueden llegar a ser suficientemente precisas en un nivel muy general pero son muy imprecisas en los detalles. Los expertos sostienen que aquellos que recurren a contar la historia con esa perspectiva muestran una gran confianza en sus afirmaciones y carecen de inhibición para utilizar el pasado en formas diferentes, aunque sepan poco del tema. Al abusar de este recurso pueden terminar en desvíos o falacias o corren el peligro de presentar los hechos como inevitables. Recurrir a la historia de manera ligera podría llevar también al orador a sostener posiciones que en realidad no son las propias pero que dejan la percepción equivocada sobre dónde están sus valores y prioridades. La humillación no explica la violencia electoral y el empleo de grupos de choque para acallar a los opositores de esa época. A fin de no repetir la historia, lo importante es reconocer por qué la democracia sucumbió para defenderla hoy plenamente.
Se sabe que la inflación que se disparó en la primera posguerra hasta 1926, como un impuesto invisible, terminó debilitando a las nuevas democracias. Dañó la moral del trabajo y de su corolario, el ahorro; puso en duda el ascenso social, reafirmó las desigualdades y estableció una diferencia entre los que la supieron aprovechar y los que la padecieron. Ante la crisis monetaria, se abrió el camino a la aventura. La democracia parlamentaria fue reemplazada por el mito y el culto al hombre providencial, el Jefe, capaz de acabar con la inflación por su carisma. El ascenso del nazismo se debió a un proceso más largo y complejo en el que el pueblo alemán y sus líderes pudieron haber tomado otro camino.
Cuando los líderes apelan al pasado sin fundamento de investigación histórica se comportan como “historiadores prácticos-intuitivos”. Lo utilizan en base a una percepción subjetiva, imágenes y conocimiento selectivo. En muchos casos, sus explicaciones pueden llegar a ser suficientemente precisas en un nivel muy general pero son muy imprecisas en los detalles. Los expertos sostienen que aquellos que recurren a contar la historia con esa perspectiva muestran una gran confianza en sus afirmaciones y carecen de inhibición para utilizar el pasado en formas diferentes, aunque sepan poco del tema. Al abusar de este recurso pueden terminar en desvíos o falacias o corren el peligro de presentar los hechos como inevitables. Recurrir a la historia de manera ligera podría llevar también al orador a sostener posiciones que en realidad no son las propias pero que dejan la percepción equivocada sobre dónde están sus valores y prioridades. La humillación no explica la violencia electoral y el empleo de grupos de choque para acallar a los opositores de esa época. A fin de no repetir la historia, lo importante es reconocer por qué la democracia sucumbió para defenderla hoy plenamente.
Alejandro Corbacho
Director del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales (UCEMA)
RESPUESTA DE LA
"ABOGADA EXITOSA"
Casa Rosada
“Cuánto mejor nos iría si algunos leyeran y supieran más de lo que escriben y hablan”
En estos términos se despachó la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en respuesta a una columna publicada en el diario Clarín que cuestionaba afirmaciones hechas por ella sobre la figura del economista inglés John Maynard Keynes.
CAPITAL FEDERAL (ANDigital) La presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, afirmó que “la inteligencia y la claridad no abundan en los tiempos contemporáneos y sobre todo en círculos académicos”.
Fue al escribir una serie de mensajes en la red social Twitter con los cuales le contestó a Alejandro Corbacho, un catedrático de la UCEMA, quien opinó que la mandataria apela al pasado “sin fundamentación”.
La Jefa de Estado se refirió de este modo a una columna publicada este lunes en el diario Clarín por Corbacho, que lleva por título “Cristina y las lecciones de historia”, en la que pone en cuestión las afirmaciones formuladas por la mandataria el pasado 5 de agosto, cuando sostuvo que “el nazismo fue una consecuencia del Tratado de Versalles”. Por medio de ese pacto, las potencia occidentales impusieron estrictas condiciones económicas a Alemania, tras el final de la Primera Guerra Mundial.
“A (John Maynard) Keynes lo he escuchado nombrar, pero ¿Corbacho quién es? CFK, no entiendo nada de nada… No te preocupes. Alejandro Corbacho, que es director del Departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad del CEMA (UCEMA), tampoco entiende nada”, sostuvo la titular del Poder Ejecutivo.
En igual tono, advirtió que “lo que es más grave, tampoco sabe sobre lo que escribe y publica, y fíjate, es todo un académico, o por lo menos se presenta como tal. Así que por favor, que no se te baje la autoestima”.
Asimismo, la Presidenta citó algunos párrafos del texto de Corbacho, aparecido en la página 20 del matutino de tirada nacional, en los que se puede leer: “los expertos sostienen que aquellos que recurren a contar la historia con esa perspectiva muestran una gran confianza en sus afirmaciones y carecen de inhibición para utilizar el pasado”.
“La negrita no me pertenece. Es un elemento que utiliza Corbacho para resaltar que no solo no tengo inhibiciones, sino que además no sé nada”, remarcó Fernández de Kirchner y luego interrogó: “¿Keynes qué tiene que ver en todo esto? Muchísimo. Fue el representante oficial de Inglaterra en la Conferencia de la Paz, hasta el 7 junio de 1919; también tuvo asiento, como mandatario del ministro de Hacienda inglés en el Consejo Supremo Económico”.
“Renunció a esos cargos ‘cuando se hizo evidente que no se podía mantener por más tiempo la esperanza de una modificación sustancial en los términos de la paz proyectados’”, citó.
Luego transcribió frases y conceptos extraídos del libro “Las consecuencias económicas de la Paz”, en el cual Keynes criticaba los términos del acuerdo que los vencedores le habían impuesto a la vencida Alemania.
“Mi afirmación del 5 de agosto no era producto de mi falta de inhibición, sino de mi lectura respetuosa de John Maynard Keynes. No solo uno de los protagonistas del Tratado de Versalles, sino de uno de los más grandes economistas, historiadores y académicos (de los de verdad) en la historia mundial”, aclaró la Presidenta.
También recordó que Keynes fue convocado cuando la derrota del nazismo era inminente, durante las negociaciones por tratado económico de Bretton Woods, suscripto entre las potencias aliadas.
“Esa Guerra que él había dicho que iba a suceder. Esas son las cosas que me dan envidia. Que alguien pueda tener semejante cabeza, semejante inteligencia… Se ve que tampoco tenía inhibiciones y mucho menos prejuicios que, cuando se distorsionan y exageran, son grandes barreras para comprender y sobre todo para gobernar”, agregó.
Cristina explicó luego que en Bretton Woods, Keynes propuso crear un sistema monetario en el que “no hubiera una sola moneda como reserva para no generar un desequilibrio con los países más débiles”, pero que se impuso la postura de Estados Unidos, defendida por el economista Harry ‘Green’ White, y que entronizó al dólar como la divisa más poderosa”.
“Keynes entró en la historia de la economía mundial. De Harry ‘el verde’, no se acuerda nadie, aunque el mundo sufra las consecuencias de lo resuelto ¿Vos decís que de Corbacho tampoco se va a acordar nadie? Es lo menos importante, pero cuánto mejor nos iría a los argentinos si algunos leyeran y supieran más de lo que escriben y hablan”, sentenció. (ANDigital)
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