Los precios de los bienes básicos lideraron las subas desde 2001; en algunos casos se incentivó la demanda y no la oferta
El título se refiere a la tasa de pobreza por ingreso, tema que ha intensificado recientemente una polémica que lleva mucho tiempo. Me enfrento con el tema en una investigación sobre la inflación en los años 2000 en la que estoy trabajando.
Los datos básicos mensuales provienen del Índice de Precios al Consumidor (IPC) estimado por la consultora Ecolatina desde 2007. Este índice replica el que publicaba el Indec hasta diciembre de 2006 y se empalma con el oficial desde enero de 2007. El riesgo de sesgar las conclusiones por utilizar esta información es prácticamente nulo. Las tasas anuales de inflación de los principales índices privados (y también del IPC 9 Provincias que publicaba Cifra hasta diciembre de 2013) tienen altísima correlación. Las tasas mensuales tienen diferencias, pero en las anuales los distintos índices muestran prácticamente iguales números. El IPC Ecolatina nos da información desagregada de precios de bienes y servicios, lo que permite precisar los análisis y examinar los precios relativos.
En diciembre de 2001 llevábamos unos siete años de inflación similar o inferior a la internacional. Los precios comenzaron a elevarse en enero de 2002 y su tasa mensual alcanzó un máximo en abril de ese año. Desde entonces los índices mensuales fueron reduciéndose y a mediados de 2003 hubo tres meses de inflación nula o negativa. Ahí comienza un nuevo proceso inflacionario. Sin embargo, en esta nota presentamos comparaciones con respecto a diciembre de 2001 para tomar en cuenta los efectos de la devaluación de 2002. Los datos de niveles y precios relativos que presentamos tienen base 100 en diciembre de 2001. Llamamos valor o precio real de una variable a su valor nominal deflactado por el IPC.
En diciembre de 2014 el IPC llegó a 1090, esto es, los precios de la canasta del IPC se habían multiplicado 10.9 veces. Los alimentos lideraron el proceso. En diciembre de 2014 el ítem de alimentos y bebidas, que representa 31.3% de la canasta, alcanzó los 1675 puntos y el valor real en ese rubro subió 53 por ciento.
Veamos la evolución de las remuneraciones. Usamos como fuente de las de los trabajadores registrados según el promedio salarial que publica el Ministerio de Trabajo a partir de los aportes al Sistema Integrado Previsional Argentino. El valor real del salario registrado alcanzó un máximo de 143 en mayo de 2013, para reducirse a 135 en diciembre de 2014. La evolución de las remuneraciones de los trabajadores informales es grosso modo similar.
Obsérvese que aunque las remuneraciones reales se elevaron significativamente, nunca recuperaron el poder adquisitivo en función del incremento que hubo en los precios del rubro alimentos y bebidas desde diciembre de 2001.
Las mediciones de las tasas de indigencia y pobreza comparan los ingresos de personas y hogares -datos de la Encuesta Permanente de Hogares del Indec- con los valores de la Canasta Básica Alimentaria (CBA, indigencia) y la Canasta Básica Total (CBT, pobreza). La evolución de la CBT está determinada principalmente por la CBA. La proporción de alimentos "básicos" en la CBA es mayor que la del ítem alimentos y bebidas del IPC (por ejemplo, la CBA no contiene "comidas fuera del hogar"). En diciembre del año pasado el nivel de la CBA (según el índice de base 100) era de 1841, esto es, se había incrementado 18.9 veces con respecto a diciembre de 2001.
Comparando con los ingresos nominales se concluye que los altos niveles de pobreza resultan del fuerte incremento del precio relativo de los alimentos. Cierto rol juega en esto el aumento de su valor internacional, pero se explica en gran medida por los precios de los alimentos no transables internacionalmente.
Un buen ejemplo es la evolución del precio del ganado vacuno, principal determinante del precio del ítem carnes del IPC. Entre 2002 y 2005 la carne vacuna era un bien transable internacionalmente. En 2005 comenzaron a restringirse las exportaciones. Entre 2002 y mayo del 2006, cuando comenzó a caer, el precio real del ganado (mercado de Liniers) osciló en torno a 180 (siempre según el índice de base 100 en 2001). Convertida la carne en un bien no comerciable, el precio del ganado cayó continuamente hasta mayo de 2009, cuando llegó a un mínimo de 108. Pero el precio real toma enseguida una fuerte tendencia ascendente, que llega a un máximo de 267 en noviembre de 2010.
Entre ese momento y diciembre de 2014 el precio real del ganado osciló en torno a un promedio de 200, esto es, el doble del precio de diciembre de 2001 y significativamente mayor que en los primeros años de la década pasada, cuando la carne era comerciable y el tipo de cambio real era bien alto. A lo largo de este ciclo ganadero las existencias se redujeron (neto) en unos ocho millones de cabezas. No fue solamente la carne, también se elevaron fuertemente alimentos no comerciables del ítem frutas, verduras y legumbres del IPC y otros.
Se incentivó la demanda mientras se desalentaba la oferta. Como efecto, el mercado raciona a los pobres vía precios. Las restricciones a las exportaciones resultaron un tiro por la culata. La forma de reducir la pobreza no es prohibir exportaciones y atrasar el tipo de cambio, sino estimular y aumentar la producción de alimentos.
El autor es Investigador Titulardel CEDES, Profesor Honorario de la UBA y Profesor de la UTDT
Por Roberto Frenkel | Para LA NACION
@nib@l 2015
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