Estocolmo
Una novela que no dejará impasible a ningún lector. Presentes en esta magnífica narración están el asesinato y la búsqueda de un asesino en serie. En algún momento, escenas de maltrato físico, muerte violenta de un personaje ante los ojos del lector: elementos básicos de una novela policial. Pero Estocolmo no es una novela policial; antes del crimen y la indagación, se ha asistido a otra muerte, callada, en vida: la anulación paulatina de una mujer por el hombre que eligió como marido. Una mujer que, como muchas, intenta mantener ante sí misma la fachada de un “hogar perfecto”. La violencia física, pues, no es la tónica de la obra, sino el maltrato cotidiano, moral, que borra la personalidad, al cual, sin embargo, la propia víctima se acomoda poco a poco, hasta crear una “zona de confort” donde se siente segura, hasta convencerse de que, fuera de ese espacio, ya no podrá vivir. Después de leer la novela Estocolmo sería bueno preguntarse “amigo lector” cuántas mujeres que conocen padecen el síndrome Estocolmo, cuántas están conscientes de padecerlo y sobre qué preceptos descansa la satisfacción personal de muchas féminas, la vida holgada y la paz hogareña.
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