La verdad de la milanesa
Suele pasarnos que nos enredamos con pavadas en lugar de pensar en lo importante. Todo es una constante lucha contra el absurdo. Discutimos lo intrascendente, lo efímero. Si Randazzo ya se evaporó, si la izquierda le va a dar los votos a la Unidad Ciudadana de Milani y Moreno, si Massa va a esconder a Margarita para que lo voten los peronistas, si el gobierno va a sortear televisores en las mesas de votación para que vaya más gente y así liquidar el partido. La coyuntura me tiene harto.
Encima despidieron a la muy buena actriz que hacía de Sor Cristina y pusieron a la original que, si ya era insoportable cuando estaba en el poder, imagínese lo que es ahora.
Superadas las PASO, no estaría mal concentrarnos en lo que realmente vale la pena, sin pensar demasiado en las elecciones de octubre cuyo resultado ya es bastante previsible.
El lunes 23 de octubre el país va a tener que seguir pagando sus cuentas, todos vamos a seguir preguntándonos de donde va a salir la guita y nadie va a estar dispuesto a meter la mano en el bolsillo.
Lo sano sería focalizar en esta cuestión económica que es lo más importante. Sobre todo un domingo como el de hoy que no hay partidos por el campeonato, o sea no ocurre nada realmente trascendente.
¿Donde está lo importante? A las personas como usted o como yo que no sabemos nada de economía, no nos queda más remedio que leer y escuchar a los que si saben, y promediar sus ideas para arribar a alguna conclusión más o menos certera.
Y la verdad de la milanesa es simple: el gobierno anterior dejó un quilombo padre cuya única solución posible era hacer, más o menos, lo que el gobierno actual está intentando, más allá de los errores. No había mucha opción. Coinciden hasta los economistas de Scioli.
Los que se fueron en diciembre de 2015 se la fumaron toda y no dejaron ni para pagar los aguinaldos. El agujero fiscal era de un tamaño y una irresponsabilidad sin nombre. Lo peor de todo, es que fue un agujero a cambio de nada. Ni rutas, ni infraestructura, ni luz, ni gas, ni agua, ni cloacas, ni comunicaciones, ni viviendas, ni inclusión, ni sarasasasa. Solo la usaron para sostenerse en el poder y al final no les sirvió ni para eso.
Ante esta situación, ¿qué se podía hacer?
Opción1: Emitir billetes a lo loco, como lo venían haciendo los cracks de la superdécada, hasta lograr una nueva y simpática hiperinflación como las que tantas veces disfrutamos.
Opción 2: Ajustar sueldos, jubilaciones, aumentar impuestos, eliminar todos los subsidios a las tarifas y frenar toda la obra pública, lo que hubiera generado en un minuto otro de nuestros clásicos incendios argentinos.
Opción 3: Mantener el gasto para no soltarle la mano al 30% de pobres, recortar lo recortable, ir acomodando de a poco las tarifas en los sectores medios y altos, darle mucha manija a la obra pública, ahora sin López ni sus jefes, y financiar todo ese gran agujero fiscal de la única manera disponible: tomando deuda. Por aquí fueron.
El problemón que tenemos ahora es que el endeudamiento no se sostiene en el tiempo. Tranquilo amigo, no se asuste. Estamos hablando de dos o tres añitos, pero no mucho más que eso.
No hay economista de este país con dos dedos de frente y honestidad intelectual, que no diga más o menos lo mismo.
La situación no es para salir corriendo, pero es para estar atentos y no distraernos, por ejemplo, con las boludeces que dicen los ex funcionarios kirchneristas cuando nos explican lo que hay que hacer para arreglar el desastre que ellos mismos provocaron.
Ya sé amigo lector que hasta ahora no hablamos de lo que a usted más lo entretiene. Ok, hagamos una escala en el delirio.
Tanto como para olvidar la ensalada criolla de Bergman, tomate y cebolla que el gobierno nos ofreció la semana pasada, reapareció Ex Ella y tiró títulos a lo loco. “Soy de las que cree que la política no se hace en un set de televisión” dijo sin ponerse colorada una señora que se pasó 8 años hablando por televisión. ¿Puedo ahora seguir con lo importante amigo lector, o quiere que comentemos alguna otra pelotudez?
Ok goloso. También dijo que “este gobierno tiene la mayor concentración de poder de la historia”, justo ella que manejó la Nación, todas las provincias, ambas Cámaras del Congreso, manipuló la Justicia a su antojo y anunció canchereando con la manito “¡¡vamos por todo!!”. Ahora por favor, olvídese de estas pavadas y volvamos a lo serio.
Según coinciden la mayoría de los economistas, este déficit (o sea gastamos más de los que recaudamos) no puede resolverse bajando drásticamente los gastos porque se ahogan todos, ni aumentando impuestos porque se ahogan todos, ni tomando deuda indefinidamente porque al final nos ahogamos todos.
La única solución, según dicen los economistas, es ir equilibrando las variables (gastos, ingresos, deuda) mientras las inversiones van aumentando para que el país crezca en serio, los ingresos cubran las expensas mensuales del Estado y al final del día nos quede un sope para ir haciendo algún trencito, una represita hidroeléctrica, alguna capacitación docente y otras pavadas.
Usted dirá que hay muy pocas inversiones porque el kirchnerismo sigue rompiendo las pelotas. No es así. En realidad, es por eso pero no solamente por eso. El problema no es Cristina. El problema es la Argentina.
El 6 de setiembre de 1930 alguien pensó que la Constitución era un librito que se podía quemar sin consecuencias y derrocó al gobierno democrático de Don Hipólito Yrigoyen. Desde entonces, rompimos todos los contratos. Todas las normas. Todas las leyes y entre otras cosas, por ejemplo, tuvimos cinco monedas diferentes: peso moneda nacional, peso ley 18.188, peso argentino, austral y el peso actual denominado “peso convertible” al que ya le sacamos la palabra “convertible” porque no hace falta que nos recuerden en que mierda lo convirtieron.
Y pensar que todavía hay gente que se pregunta porque los argentinos, cuando les sobra un mango, compran dólares.
Según el último parte del Servicio Meteorológico Nacional, lluvia de inversiones por ahora no. Garúa finita, digamos. De a poquito. Con escrúpulos.
Los de afuera no la van a poner hasta que no la pongan los de adentro. Y los de adentro viven en un conflicto permanente: quieren que le vaya bien al gobierno de Macri pero la guita se la ganaron con los curros que hicieron durante los gobiernos peronistas. Tremenda contradicción del gorila argentino. ¿Será por eso que nuestro país tiene una de las tasas más altas de psicoanalistas per cápita del mundo?
En cualquier caso, vale la máxima del famoso pensador, arquitecto y amigo Ricardo Monti. Se la dejo como un secreto profesional por si tiene algún mango ahorrado, amigo lector: “Las propiedades se compran cuando van terminando los gobierno radicales y se venden cuando van terminando los gobiernos peronistas”. Anótelo en un papelito y abróchelo en el testamento para sus hijos.
¿Estaremos cambiando esta historia? Recién van dos añitos, los más difíciles. Ahora vienen los dos mejores. Después llegarán los dos años del agrande y la soberbia, y finalmente los dos años del porrazo. ¿Cambiará el Compañero Mauri esta lógica de 90 años? Ojalá. Veremos.
Mientras tanto, la ex presidenta remató su faena en el Club Atenas diciendo que “esta concentración de poder del gobierno (?) puede ser una de las razones de la desaparición forzada de Santiago Maldonado”. ¿Qué tal?
Sólo se pueden banalizar de semejante modo los 30.000 desaparecidos y la dictadura cuando en el fondo nunca te importaron ninguna de las dos cosas.
¿Vio amigo lector? No hay caso. ¿Querés delirio? Lo pedís, lo tenés.
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