Elisa. La rosa inesperada
Su primera canción de cuna fue una cumbia. Después, cuando Naranja Dulce salió de gira a buscarse un futuro, Elisa —entre la plancha y el rociador— eligió otra música. Sin grandes anhelos, aceptó una invitación que prometía un paisaje diferente y algunas palabras en inglés. Pero el diablo se interpuso y empujó su destino hacia el norte. Allí, una voz de niña de piedra y el silbido de un viejo la alertaron del peligro. Elisa siente la amenaza en el cuerpo, y solo aliviará su pena cuando encuentre sus propias palabras.
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