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A causa de innumerables presiones, demandas y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y/o sus representantes legales), desde el 13-05-17, dejo de compartir toda clase de archivos que incluyan e-libros .
Aníbal Fuente
¿Ha oído usted hablar del misterioso manuscrito Voynich cuya escritura aun hoy sigue sin ser descifrada? ¿Sabe que en el Libro de Enoch, un apócrifo del Antiguo Testamento, se habla de seres celestes que deciden bajar a la Tierra para mantener relaciones sexuales con las hijas de los hombres? ¿Sabe que en una cueva de Ecuador un sacerdote encontró un tesoro tan insólito como extraordinario respecto a lo que sabemos de nuestro pasado? ¿Sabe que las últimas investigaciones sobre las líneas de Nazca han aportado aun más interrogantes que respuestas?
Con nuevas investigaciones y datos sobre estos y otros temas igual de apasionantes, en esta polémica obra, Erich von Däniken continua con su tarea de demostrar que en un pasado la Tierra fue visitada por seres de otro planeta y que hay muchos testimonios y pruebas que lo demuestran. Pruebas que, según von Däniken, han sido y son olvidadas cuando no ocultadas por la historia oficial, ¿por qué?
Con su estilo claro, directo, irónico y provocador von Däniken da una nueva vuelta de tuerca a sus hipótesis en esta obra apasionante logrando dejar en el aire una duda demoledora para nuestra visión del hombre y la historia.
Cristina no es sincera. No dice la verdad. No quiere decirla. Hacerlo sería reconocer lo obvio: que ella, la ex presidenta de la Nación y su marido, el ex mandatario fallecido Néstor Kirchner, fueron los autores y principales beneficiarios de una red delictiva que robó sistemáticamente fondos del Estado desde un lugar de sumo privilegio: el cargo más alto en la función pública, la presidencia. Ella miente porque si dijera la verdad tendría que involucrar a sus propios hijos, Florencia y Máximo, a los que hizo partícipes de esos negocios turbios. Negocios que nacieron en la provincia de Santa Cruz y ampliaron su radio de acción hasta concentrarse en el centro de las finanzas nacionales, y que consistieron en una acumulación de capital sin precedentes, fundamentalmente a través de la compra de hoteles y otros inmuebles. Negocios de los que participaron personas cercanas y allegados que también se enriquecieron a costa del Estado, es decir, del bolsillo de los argentinos. Y que contaron con la ayuda de funcionarios que Cristina Fernández y Néstor Kirchner nombraron discrecionalmente, y de jueces y fiscales que hicieron la vista gorda.
Pero la mentira tiene patas cortas. Y tras una ardua investigación que llevó más de cuatro años, Margarita Stolbizer y Silvina Martínez lograron desarticular esa red de mentiras y un complejo laberinto creado para ocultar el destino de los 2.000 millones de dólares que ella no quiere sincerar. Pero las autoras no le temen al minotauro en el centro del laberinto. Ellas saben que la verdad y la transparencia, al final, ganan.
A causa de innumerables presiones, demandas y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de e-libros .
Si algún autor o dueño de derechos, se siente perjudicado por este paupérrimo blog, por favor avísenme y prometo desincorporar sus datos, en forma inmediata... Gracias.
En un día común del siglo XXI, los humanos generamos 8 billones de gigabytes de datos. Y en ellos hay pistas muy reveladoras sobre nuestros miedos, deseos y conductas. Si bien es cierto que Google no se inventó para que los investigadores pudieran averiguar cosas sobre la gente, sino para que nosotros pudiéramos averiguar cosas sobre el mundo, las huellas que dejamos al buscar conocimientos en internet resultan realmente valiosas para quien quiera acercarse al conocimiento de las personas. La gente no solo le pide datos a Google, sino que también le hace confesiones. En la privacidad de su hogar hace indagaciones incómodas, y a veces escandalosas; indagaciones que nadie admitiría delante de otros. Y si como hizo Stephens-Davidowitz, uno se zambulle con las preguntas correctas en lo más profundo del Big Data, podrá encontrarse con una visión hasta hace poco inaccesible de la psique humana.
A causa de innumerables presiones, demandas y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de e-libros .
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Esta semana, la sociedad se estremeció por las denuncias de una médica que denunció puntuales abusos de menores en el marco del club River Plate. Los señalamientos se conocieron en medio de la investigación judicial que involucra como víctimas a futbolistas de las inferiores de Independiente por una situación casi calcada.
Inmediatamente, la máquina judicial se puso a investigar a los presuntos responsables y los medios de comunicación se alinearon en pos de dar difusión a las graves acusaciones hechas por la mujer. A nadie se le ocurrió cuestionarla, ni pensar que había una “operación” en su accionar. Es lo lógico y esperable.
Sin embargo, dos días antes ocurrió una situación similar —aunque mucho más elocuente— que fue manejada de manera totalmente opuesta por los mismos actores: fue después de que la “mediática” Natacha Jaitt acusara a un grupo de periodistas, políticos y figuras de los medios de prensa de estar vinculados a una red de pedofilia. No lo hizo a través de eufemismos, sino aportando sus nombres y apellidos.
A partir de entonces sucedió algo insólito: en lugar de investigar si sus dichos eran ciertos o no, todos salieron en tropel a destrozar a la propia Jaitt. Lo hicieron de tal manera, tan sincronizados y encolerizados, que la sobreactuación operó como un búmeran y los expuso frente a una incómoda realidad.
Por caso, no he escuchado a ninguno de los acusados decir hasta ahora una simple oración: “Soy inocente”. ¿No es lo más lógico acaso? ¿No es lo que se esperaría en casos de tal tenor?
A coro, demasiado sincronizados para mi gusto, puntuales periodistas —principalmente del Grupo América— empezaron a esgrimir el tan mentado latiguillo de la “operación política”. Eso sí, nadie contó quién la habría montado ni por qué lo habría hecho.
¿Una venganza del espionaje vernáculo? ¿De la política, acaso? ¿Para qué involucrar entonces a personajes irrelevantes como el ex GH Brian Lanzelotta? Nadie responde. Nadie sabe nada, todos parecen moverse a tientas, como náufragos dando inútiles manotazos de ahogado.
No casualmente me tomé varios días para escribir esta columna: es porque estaba esperando que alguno de los involucrados dijera: “Me pongo a disposición de los jueces para que me investiguen”. Nadie lo hizo.
Dicho sea de paso, ¿la justicia dónde está? Ante una de las acusaciones más graves de las últimas décadas, magistrados y fiscales parecen ocupados en otros menesteres. ¿Tendrán la misma reacción de modorra cuando les toque investigar a la propia Jaitt? ¿O allí sí actuarán con la celeridad que amerita la cuestión?
Lo que pasa en estas horas es vergonzoso, más allá incluso de que la acusación de la mujer pueda ser real o falsa. El corporativismo con el que se han movido ciertos periodistas es vomitiva. En lugar de decir lo que se esperaba de ellos, han atizado el fuego, amenazando a diestra y siniestra con cartas documento y otras “hogueras” del Siglo 21.
Más que propender a la justicia, parecen buscar amedrentar a aquellos que están —estamos— interesados en profundizar los datos arrojados por Jaitt. Lo han logrado en los hechos, porque nadie ha vuelto a llamar a la mujer, siquiera para saludarla.
Una digresión, en este enrevesado contexto… ¿Qué pasa si lo que se denunció es cierto? ¿Cómo sigue la cosa? ¿Cómo van a mirarnos a los ojos los que sobreactuaron su enojo?
Confieso que jamás en mi vida vi en persona a Jaitt, aunque tengo con ella una muy buena relación en la lejanía de las redes sociales. No obstante, no voy a defenderla ni mucho menos. No quiero hacerlo, ni ella lo necesita.
Sí diré algo a su favor que he aprendido al paso de los años, luego de haber comprobado que todas las cosas que me ha contado en reserva eran ciertas en un 100%: Jaittnunca miente.
En ese punto suelo compararla con Zulema Yoma: puede gustarnos o no como persona, pero siempre dice la verdad. Puede equivocarse, como todos, pero jamás será de mala fe.
Dos cosas, finalmente, que me quedaron en el tintero: primero, destacar el trabajo deNicolás Wiñazki, que en lugar de opinar por opinar está investigando y trabajando con total mesura y reserva. Es lo que se espera del periodismo.
Ayer nomás, el colega dijo algo que inquietó a propios y ajenos al hablar de “la red más importante de pedofilia”: reveló que allí había efectivamente “periodistas, deportistas, artistas y celebridades, todos involucrados”.
Y añadió: “Algunos todavía no están imputados en el expediente, pero hay famosos mencionados por chicos, alguno que mando su abogado para ver el expediente y no se lo dejaron ver”. Prestar atención a este particular punto.
La segunda cuestión que quiero referir tiene que ver con el colega Juan Cruz Sanz, —a quien, aclaro, no me une parentesco alguno— acusado injustamente solo por portar en sus redes sociales alguna foto con el impresentable —hoy detenido— Leo Cohen Arazi. Doy fe de su hombría de bien.
Dicho esto, solo me resta recordar que en apenas 24 horas en la causa de los abusos en River Plate ya allanaron hasta el club. Entretanto, Jaitt aún no fue citada por la fiscal que investiga los abusos en Independiente para que confirme —y aporte más datos sobre— sus dichos. ¿Es que a nadie le interesan las víctimas?
Como bien diría William Shakespeare, "algo huele a podrido en Argentina".
Escrito en el 2010 por el suizo, aparece en español al año siguiente gracias a la editorial EDAF. En el libro Däniken nos habla de los libros misteriosos, las pistas de Nazca, el rapto de Enoch y las planchas de oro de la Cueva de los Tayos. Todo ello con abundantes fotografías y documentos gráficos.
Si deseas leer este e-libro enviar un correo a : fuenteanibal@gmail.com
Y en el "asunto", pon el nombre del libro y del autor.
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Se recomienda desincorporarlo de tu PC tan PRONTO lo hayas revisado.
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