Ella miente
C. F. K. y los 2000 millones de dólares
Cristina no es sincera. No dice la verdad. No quiere decirla. Hacerlo sería reconocer lo obvio: que ella, la ex presidenta de la Nación y su marido, el ex mandatario fallecido Néstor Kirchner, fueron los autores y principales beneficiarios de una red delictiva que robó sistemáticamente fondos del Estado desde un lugar de sumo privilegio: el cargo más alto en la función pública, la presidencia. Ella miente porque si dijera la verdad tendría que involucrar a sus propios hijos, Florencia y Máximo, a los que hizo partícipes de esos negocios turbios. Negocios que nacieron en la provincia de Santa Cruz y ampliaron su radio de acción hasta concentrarse en el centro de las finanzas nacionales, y que consistieron en una acumulación de capital sin precedentes, fundamentalmente a través de la compra de hoteles y otros inmuebles. Negocios de los que participaron personas cercanas y allegados que también se enriquecieron a costa del Estado, es decir, del bolsillo de los argentinos. Y que contaron con la ayuda de funcionarios que Cristina Fernández y Néstor Kirchner nombraron discrecionalmente, y de jueces y fiscales que hicieron la vista gorda.
Pero la mentira tiene patas cortas. Y tras una ardua investigación que llevó más de cuatro años, Margarita Stolbizer y Silvina Martínez lograron desarticular esa red de mentiras y un complejo laberinto creado para ocultar el destino de los 2.000 millones de dólares que ella no quiere sincerar. Pero las autoras no le temen al minotauro en el centro del laberinto. Ellas saben que la verdad y la transparencia, al final, ganan.
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