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domingo, 7 de octubre de 2018

Carrio, contra Garavano y de Cambiemos ?


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¿Nadie le dijo a Carrió que Garavano es Macri?




Lilita se enoja con el ministro, pero el titiritero es el presidente
Lilita se enoja con el ministro, pero el titiritero es el presidente

Elisa Carrió está enfurecida. No es una apreciación, sino lo que surge de sus propios dichos, mayormente pronunciados en su cuenta de Twitter.
Su indignación tiene nombre y apellido:Germán Garavano. En realidad, a Lilita la sulfura el hecho de que Carlos Menem haya quedado libre de culpa y cargo por el escandaloso —y demostrado— tráfico de armas a Ecuador y Croacia.
Sospecha que no es casual que, horas antes de que se conociera la decisión de la Cámara Federal de Casación Penal, el ministro de Justicia haya dicho que "nunca es bueno para un país que un expresidente esté detenido o se pida su detención". ¿Puede haber semejante coincidencia?
En realidad, Carrió no sospecha, está segura de que Garavano opera en la Justicia en pos de intereses que aún no están del todo claros. No al menos para ella.
Es el segundo encontronazo que Lilita ostenta con el ministro de Justicia. El primero fue en el marco de la disolución de la Unidad Especial AMIA, que conducía su amigoMario Cimadevilla.
En aquellos idus de marzo, Garavano desistió de acusar a los fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia, procesados por el encubrimiento al atentado de marras, y la titular de la Coalición Cívica estalló como pocas veces.
Al igual que ahora, reveló su furia en las redes sociales y buscó el apoyo de Mauricio Macri.Jamás lo obtuvo. Y Garavano terminó ganando la pulseada: el 10 de marzo se anunció que Cimadevilla se alejaba del cargo, en medio de graves denuncias contra el titular de Justicia.
Ahora, en las últimas horas, ocurrió algo similar: el ministro y el presidente de la Nación avanzaron en un eficaz paso de comedia haciendo como que uno presentaba la renuncia y el otro no se la aceptaba. El truco más viejo del mundo.
Es lo que Lilita no termina de entender: no es Garavano el que opera, sino que es Macri el que lo maneja cual titiritero, sobre todo en lo ateniente a las cuestiones de la Justicia Federal.
Oportunamente, el jefe de Estado fue receptor de puntuales intereses norteamericanos. Es lo que llevó a pedir la absolución de los fiscales acusados en el caso AMIA, Mullen y Barbaccia.
Ahora, la situación es diferente: Macri necesita que Cristina no vaya presa, porque ello, de ocurrir, permitiría al peronismo reagruparse y darle la pelea que no está dispuesto a dar, de cara a 2019.
Con la expresidenta en libertad, el PJ se muestra disgregado y atomizado, lo cual sirve a los intereses reeleccionarios del presidente. ¿O acaso alguien duda de aquella frase que augura: “Divide y reinarás”?
A esta altura, Carrió sospecha que Macri tiene alguna injerencia en las constantes avanzadas de Garavano. Ello se potenció después del suspicaz revés que sufrió a la hora de intentar presidir la Comisión Bicameral de seguimiento del Ministerio Público de la Nación.
Por eso, el tenor de sus posteos en las redes sociales, dirigidos por elevación al primer mandatario. “La República está sumamente herida por un sector del gobierno que por conveniencia política no desean verdad, justicia y condena”, sostuvo la líder de CC en su Facebook.
Y añadió, para que no quede ninguna duda acerca del destinatario de su mensaje: “El Presidente lo sabe desde enero del 2015”. ¿Hace falta más claridad?
La discusión promete escalar en las próximas horas, ya que Carrió decidió impulsar un pedido de juicio político contra Garavano. Será sintomático lo que hagan Macri y sus principales alfiles frente a esa decisión.
Ciertamente, es momento de ir alquilando balcones.

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@nib@l 2018

viernes, 13 de abril de 2018

Hola Lilita (por Alejandro Borensztein)


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Hola Lilita

Alejandro Borensztein


No sé si ya fuiste a misa o pensabas ir a la tarde. De ese tema, como te podrás imaginar, entiendo poco y nada: mis conocimientos eclesiásticos se agotan en que vos no vas a la misa del Angelus para no cruzarte con Angelici.

Supongo que tu combo dominguero es desayuno / diarios / ravioles / siesta / misa / Majul. Yo hago más o menos lo mismo, reemplazando misa por Boca. Por eso, sé que el domingo a la mañana es un buen momento para reflexionar.

Antes que nada, quiero que sepas que todos te queremos mucho. Y que tenés razón. Siempre tenés razón. Hace 20 años que tenés razón. Desde aquella Banelco a este Lázaro, no erraste una. Te amamos.

Sin embargo, necesitamos que te calmes un poquitito. Recién arrancamos, Lila. Es un gobierno joven, flamante. En ablande. No me lo arruines de entrada, Mamu.

Los logros los conocemos todos: recompusieron la política exterior, levantaron el cepo, cerraron el problema con los buitres, voltearon el memorándum con Irán, más profesionalismo a la gestión, menos ñoquis, y sobre todo este nuevo y saludable clima de adultez política que reina en el país, con excepción de los grandes líderes populares que luchan contra esta dictadura como Sabbatella o Artemio López.

Pero después está la parte en que la cosa trastabilla un poco, como pasa en todos los gobiernos. Ahí necesitamos que seas un cachito más cariñosa. Aunque sea por un tiempito, Lili.

Por ejemplo, está claro que no votamos a este gobierno para reemplazar a Julián Alvarez, el demócrata de La Cámpora que apretaba jueces y fiscales, por Angelici.

Pero hay momentos y momentos para decir esas cosas. No me malinterpretes. No te pedimos ni complicidad, ni obsecuencia, sólo una cucharadita de astucia piadosa.

Cuidemos al Presidente, Lilina mía. Hicimos mucho para que el Compañero Mauri gane las elecciones. Yo, vos, Lanata, Cristina, Aníbal, La Cámpora, Zannini, todos trabajamos duro para la derrota del Frente para la Victoria (pensar que en el PRO todavía creen que fue Durán Barba). No tiremos tanto esfuerzo mancomunado a la basura.

Lo que haya que corregir (y vaya si lo hay), hablémoslo con cierta reserva, sin tanta vehemencia. De última, si hay que putearlos por alguna cosita, repartámonos un poco la tarea.

Si vos querés, yo me ocupo hoy mismo de llamarlo al Compañero Mauri y decirle de frente manteca que hasta ahora está todo muy bien, que muy lindo, que muy eficiente, que estuvo todo muy rico, que muchas gracias, pero que lo del helicóptero y la casa del amigo Lewis se acabó. No va más, macho. Por cosas parecidas, nos la pasamos puteando a tantas estrellas del kirchnerismo. Por supuesto, no es lo mismo pasar el finde en la casa de un viejo amigo extranjero como Lewis, que pasar un finde en la casa de un nuevo amigo del rioba que ligó todos los negocios con el Estado. Pero siempre hay un riesgo. Podría pasar que un día salte que alguna de las tantas empresas de Lewis está metida en una licitación o involucrada en la compra de algo. O lo que sea. Y el quilombo será inevitable.

Y esto vale para todos los funcionarios del gobierno. Excepto por razones humanitarias, como puede ser un colon irritable, está prohibido usar aviones privados. Los aviones privados siempre son de alguien. Y, salvo que sea el avión de Luis Miguel, siempre es de alguien que tiene intereses con el Estado. Lamento avisar que es incompatible con la función pública. No sacamos a los truchos del gobierno anterior para hacer esta cosas.

De última Lila, lo puedo asustar al Compañero Mauri contándole lo que le pasó a Christian Wulff, el presidente alemán destituido en el año 2011 por aceptar pasar un finde en la casa de su amigo David Groenewold que era productor de cine y había recibido un crédito del gobierno para hacer una película.

Parece exagerado. Pero si nosotros hubiéramos tenido el rigor de los alemanes, toda la plana mayor del kirchnerismo ya estaría veraneando en Alcatraz. Punto, de este tema me ocupo yo. Olvidate.

Lo de hacer justicia con la corrupción kirchnerista es todo tuyo, cariño. Ahí dale para adelante. Ver presos a los responsables de tanto choreo es una de la razones por las que el pueblo tolerará el esfuerzo que hay que hacer para reparar el descalabro.

Pero que Nico Caputo, el amigo del Presidente, haga obras con el Estado es un problemita que deberíamos hablarlo en la intimidad, sin levantar tanta polvareda. No hace falta ir a lo de Majul. Se le explica al Presidente que mejor no, que le pida un par de años sabáticos y listo. Y si Caputo necesita generar algo para sus gastos diarios, que labure para el Estado uruguayo o se abra una panchería, como hicieron Moreno y Milani. A propósito, la de ellos se va a llamar Tio Tola. Raro, ¿no? Yo pensé que le iban a poner “Salchichas El Apriete” así tenían la publicidad resuelta. Pero se ve que estos tipos no tienen olfato comercial.

La otra razón por la que el pueblo puede bancarse los aumentos no es haciéndolos más graduales, como pediste públicamente, sino más equitativos. Explicarle esto al Presidente requiere de mucho tacto. Ahí tenemos que pedir ayuda, por ejemplo, a alguno de los más sesudos que tenga la Unión Cívica Radical, o en lo que queda de ella. Un Sanz, un Terragno podrían convencer al Compañero Mauri de que el esfuerzo también lo deben hacer las clases media alta y alta.

No creo que mis amigos que viven en Le Parc estén muy preocupados por el hecho de que el bondi aumente el 200% o la luz el 300%. Habría que obligarlos a hacer un esfuerzo equivalente al que hacen los pobres así estos, por muchos que sean, no se sienten tan solos.

Tal vez anticipando el impuesto a las Ganancias del 2018 y el 2019. O dejando todas las mañanas en la puerta del Banco Central una rueda del Audi. No sé. Algo que les duela tanto como le duelen los aumentos a una familia que gana 10 lucas por mes. Equidad es lo que le va a dar sentido patriótico al esfuerzo, y evitar que se arme la podrida. Pero resolvamos este problema con muñeca, Muñeca.

Yo sé que controlar la honestidad brutal va contra tu naturaleza. Pero es el momento de ser sabios, Li.

Se dice que los gobiernos rinden examen. A Ex Ella, el examen se lo tomaban Larroque, Diana Conti, D’Elía y todos los aplaudidores. Mesa fácil. Le ponían siempre 10.

En cambio a Macri, le tomás examen vos que bochas a todos. Por favor, ablandame ese corazón.

Calma Lila. Has sido una antorcha en la oscuridad de la decadencia nacional. No te me apagues nunca por favor. Pero tampoco nos quemes el rancho.
Buen domingo, Mamu. Besito.



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@nib@l  2018

lunes, 5 de junio de 2017

Quiénes y Por Qué Espían a Carrió (mafias PRO ?)

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Quiénes y Por Qué Espían A Carrió






ESPIONAJE, POLÍTICA Y NARCOTRÁFICO

Quiénes y por qué espían a Carrió



La sorpresa de Elisa Carrió fue mayúscula e indisimulable. De pronto, alguien la había fotografiado en Paraguay, en medio de un viaje reservado en el cual decidió encontrarse con un mayor retirado de Inteligencia del Ejército argentino que se llama Alejandro Camino.

Ello consta en un informe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) que publicó esta semana diario Clarín y que deja a las claras que espías vernáculos caminan sobre los talones de la creadora de la Coalición Cívica.

El responsable de la filtración es un hombre llamado Luis Guinle, delegado de la AFI en Paraguay y más que cercano de la número dos de la exSIDE, Silvia Majdalani, a través de un hombre llamado Álvaro González.

El dato inquieta al propio macrismo, fuerza que decidió postular a la mujer al cargo que ostenta hoy, aún cuando se le conocían fuertes vínculos con Francisco “Paco” Larcher, otrora hombre fuerte del espionaje —fue subjefe de la AFI— y “sicario” del kirchnerismo en operaciones sucias de diversa índole.

¿Cómo explicar ahora que el gobierno le permitiera a Majdalani sumar poder y más poder? ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Amén de la necesidad de responder esas dos preguntas, hay un interrogante aún más acuciante: ¿Qué hacía Carrió en Paraguay? ¿Por qué su viaje molestó tanto a un sector de la AFI?

Por lo que pudo saber este portal, Lilita estaría tras los pasos de una organización vinculada al tráfico de drogas, principalmente efedrina, donde participarían excapitostes del espionaje vernáculo junto al narco Ibar Pérez Corradi y dos pesos pesados: el ministro de Seguridad bonaerense, Cristian Ritondo, y del otrora jefe de Gabinete, Aníbal Fernández.

Todo centrado en el Registro de Comercialización de Bebidas Alcohólicas —que comanda el cuñado de Ritondo— y una firma llamada C3, a cargo del siempre sospechado Leonardo Scatturice.





Un dato no menor: está comprobado que este último, sindicado como autor del triple crimen de Gral. Rodríguez de 2008, pudo "profugarse" gracias a los servicios de los espías locales.

Ciertamente, la trama no es nada novedosa: en el año 2008, la DEA decidió abandonar el país argumentando que el tráfico de efedrina lo manejaba la entonces SIDE. 

Ese mismo año, el organismo norteamericano elevó un informe secreto al gobierno de Cristina Kirchner alertando por el crecimiento del narcotráfico en Argentina. Nadie jamás le dio importancia.

Años más tarde, el abogado de Pérez Corradi, Carlos Broitman —célebre por defender a narcotraficantes—, refrendó un acuerdo con el macrismo para facilitar la extradición de su cliente desde Paraguay.

En ese contexto, reveló detalles explosivos sobre cómo la maquinaria oficial del espionaje local se movió a la hora de traficar efedrina. Son los datos que impulsaron a Carrió a viajar a ese país.

En la trama aparecen complicados tres personajes que supieron tener gran poder dentro del oscuro mundo de los servicios de inteligencia: el extitular de la AFI, Héctor Icazuriaga; el exdirector de Operaciones Antonio “Jaime” Stiuso, el número 2 de la exSIDE durante la Alianza, Darío Richarte —con fuertes vínculos con Daniel Angelici, otro de los implicados— y el mencionado Larcher.

Son los que operaron en agosto de 2016 para que el entonces titular de Aduanas, Juan José Gómez Centurión, fuera eyectado de su cargo. Fue justo después de que este último descubriera gran cantidad de containers conteniendo… ¡efedrina!

Como sea, en estas horas hay quienes temen que Carrió abandone el espacio Cambiemos de la misma manera que lo hizo Carlos “Chacho” Álvarez en 2000, haciendo implosionar al propio gobierno.

La comparación no es descabellada: durante ese mismo año, el entonces vicepresidente fue víctima de una operación de prensa montada por los mismos protagonistas que aparecen ahora detrás de esta nueva trama.

Entonces, “Chacho” Álvarez apareció en la portada de una revista llamada La Primera, perteneciente a Daniel Hadad —en esos años vinculado a puntuales sectores del espionaje—, donde se ventilaban cuestiones de su vida privada.

La trama vuelve a reiterarse 17 años más tarde, aunque con la salvedad de aquella genialidad que dijo alguna vez Karl Marx: “La historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa”.

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Pero escuchen lo que dice Alderete de SEPRIN sobre el tema ...





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Quien dice la verdad  ???



@nib@l 2017 

martes, 11 de octubre de 2016

Luche y vuelve el Compañero Papa (mimos para Elisa CARRIO)







¿Gacelas? ¿Tigres? ¿Pulpos? ¿Conejos? El peronismo podría haber elegido cualquier otro animalito para definir a los antiperonistas. Sin embargo les pusieron “gorilas”. Feos, peludos, olorosos, culones, es el mote perfecto. Eso se llama tener talento político.

Frente a otra especie animal, el peronismo no hubiera sido lo mismo. Imaginemos un discurso: “¡¡Por cada uno de los nuestros que caiga, caerán cinco de ellas… malditas ardillas oligarcas!!”. Así, el Movimiento Nacional Justicialista no hubiera llegado a ningún lado.

El término “gorila” fue un verdadero hit en la historia del peronismo. Si bien fue acuñado en 1955 por un antiperonista, Aldo Cammarota, fueron los perucas quienes lo impusieron, demostrando una vez más el ingenio que han tenido estos tipos para mantenerse vigentes a lo largo de 70 años y la creatividad para guionar una historia de novela que ahora promete lo mejor.

Arrancaron en el 45 con Perón y su segunda esposa Evita como protagonistas excluyentes y fundacionales.

Después del golpe del 55 y tras 18 años de exilio, el general Perón vuelve al país en el 73, esta vez acompañado por su tercera esposa Isabelita, y es electo presidente.

Al año muere y lo reemplaza la vicepresidenta que, casualmente, era su mujer. De ese modo, Isabel Perón pasó a ser la primera presidenta constitucional de la Argentina, mal que les pese a los kirchneristas que insisten en decir que la primera mujer en ejercer ese cargo fue la Gran Conserje de la Patria Grande.

En marzo del 76 Isabelita es derrocada. Dos años después se estrena en Londres el musical “Evita” transformándose en uno de los mayores éxitos teatrales del mundo.

Sin embargo, para el espectador extranjero resultaba difícil entender que Isabelita y Evita eran dos mujeres distintas y que habían pasado 22 años entre la muerte de una y la presidencia de la otra.

Uno como argentino entiende todo, pero póngase en el lugar de un noruego, amigo lector. Un general, dos esposas. Una, líder de los descamisados y la otra, Presidenta de la Argentina. No es fácil. Para colmo en la obra también aparecía el Che Guevara. Imagínese a un tipo que vive en Wisconsin, va a New York y entra al teatro. Se divertía, pero no entendía nada.

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Lo que para nosotros era normal y parte de nuestra historia, para el resto del planeta era una extravagancia tan fascinante como incomprensible. He ahí el talento peronista. Superados la Triple A y los Montoneros, vinieron Luder y Herminio, más tarde el fenómeno Menem, luego Duhalde y en 2003, cuando la miniserie “The Peronists” parecía agotada, lanzaron una nueva temporada, esta vez protagonizada por otro matrimonio presidencial que vino a proponernos un sueño: alternarse en el poder hasta el check out en el lobby del The Kirchner Hotel Spa & Resort.

Cumplida la primera presidencia, el marido le traspasó la banda a su esposa y luego ésta, habiendo fallecido él, se hizo volver a poner la banda por su propia hija, ante el asombro mundial. Fuera de toda discusión política, como línea argumental es imbatible.

De hecho, los americanos están intentando hacer una remake con Bill Clinton y Hillary, pero a esa historia le falta punch porque entre el gobierno del él y la candidatura de ella pasaron 15 años. Los guionistas le agregaron el personaje de Trump para darle más dramatismo, pero en el fondo no pueden compararse con la magia de los nuestros.

Hoy el peronismo dejó atrás a Perón, a Evita, a Isabel, a Menem, a Kirchner, a Ex Ella y va en busca de su nuevo líder.

¿Sacarán de la galera otra pareja? Derrotados Scioli-Rabollini, se perfila muy bien el matrimonio Massa-Malena y atrás, se arriman los Urtubey-Macedo. Sin embargo, esta vez el liderazgo parece que se recicla por otro lado.

Inspirados por esa creatividad que supo imponer el mote de “gorilas”, el peronismo se ha lanzado a escribir un nuevo capítulo superador. Tal vez, el más audaz de su historia.

Yo se que usted, amigo lector, leyó el título de esta nota y se la ve venir. Me da raro escribirlo. Pero así como durante 18 años todo dependía de los mensajes que llegaban de Puerta de Hierro, hoy en día no hay un sólo peronista que abra la boca sin pensar en la Basílica de San Pedro. Los planetas se están alineando detrás de una idea cósmica. Impensada. Ni al General se le hubiera ocurrido semejante genialidad: un partido político conducido desde Roma por… el Papa!!

No sé si el Compañero Papa lo va a asumir, pero sin duda el peronismo ya ha decidido que quiere ser adoptado por él. Sutilmente lo expresan sus protagonistas. No pasa un día sin que algún dirigente cite una frase papal. Desde la CGT hasta D’Elía y desde los renovadores hasta el kirchnerismo duro pasando por Pichetto, Scioli, Moreno o Domínguez.

Ya nada ocurrirá en el PJ que contradiga al Sumo Pontífice. El que tenga alguna duda, que le pregunte a Aníbal Fernández.

Aquel modelo del General, hoy tiende a replicarse. Las peregrinaciones a Roma equivalen a las de Madrid. Una foto con él, lo vale todo.

Gustavo Vera, como delegado personal, no tendrá la estatura de Paladino ni el carisma del Tío Cámpora, pero con un poco de producción y un cambio de peluquero la puede remontar.

Los cantitos sirven igual. A los sumo habrá que tunear alguna letra.

Che gorila, che gorila, no te lo decimos más en la Piazza de San Pedro, qué de misas vamo’ a dar Se pueden reciclar los de los años 70, como por ejemplo: ¡¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa Santidad, que esta lleno de prelados el gobierno popular!!

O el inolvidable: ¡¡Qué linda, qué linda, qué linda la Argentina, con el Hospital de Niños en la Capilla Sixtina Ex Ella y sus monaguillos, que tanto lo insultaron, hoy se cuelgan del estribo papal porque el colectivo peronista ya no les para. Si hace rato que tratan de chorearse al Papa, ¿cómo no iban a intentar chorearse esta semana a Yrigoyen y a Alfonsín?

El último mensaje desde el Vaticano explicando por qué no viene a la Argentina rememoró la vieja tradición de las grabaciones clandestinas. ¿Hay un liderazgo vacante o el tema ya está resuelto con esta jugada genial?

Mientras los peronistas esperan una respuesta de su representante en la Tierra, el Señor desde el cielo le acaba de hacer una caricia a Lilita. Le dio un beso, la abrazó fuerte y la mandó de vuelta 0km para que siga cuidando de todos nosotros.

Bienvenida otra vez a la lucha por la República, cosita linda. Gracias a Dios.



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 @nib@l  2016

lunes, 8 de diciembre de 2014

Los K temen a la justicia...

LA JUSTICIA INQUIETA MÁS AL GOBIERNO, QUE LA OPOSICIÓN.

Por Santiago Kovadloff
La gravedad de lo que sucede no esconde la mediocridad de lo que nos pasa. Si bien estamos en vísperas de un nuevo torneo electoral, el Gobierno, más que enfrentado con sus competidores políticos, está enfrentado con la Justicia. Necesita, a toda costa y por cualquier medio, inhabilitar a quienes, desde ella, impugnan su conducta. Estima que negándoles idoneidad para representarla se libera de los cargos que se le hacen. No responde por lo tanto a sus acusaciones sino con acusaciones. Para no hablar de amenazas de toda laya. El procedimiento está más cerca de una riña mafiosa que del comportamiento esperable por parte de las más altas autoridades de la Nación. No obstante, si bien el hecho debe lamentarse, no puede sorprender. El nuestro es un país donde el ejercicio turbio del poder ha envilecido la dignidad de las investiduras. Aquí la ley se ha convertido en el ratón con el que el gato se divierte. Aun así, no hay duda de que la Justicia inquieta al Gobierno mucho más que la oposición. Salvo, claro está, cuando en la oposición irrumpen voces como las de Margarita Stolbizer, capaces de demostrar hasta dónde puede llegar el divorcio entre la acción política y los procedimientos éticos. En este sentido, Elisa Carrió no está sola. Su gran valentía, afortunadamente, no es una excepción.
Del nuevo ciclo político que se avecina sería deseable esperar otra calidad de problemas; una reformulación de las prioridades que exigen ser atendidas, si es que aún aspiramos a ser una nación. Para vergüenza de muchos de nosotros y perplejidad de incontables extranjeros, en la Argentina seguimos discutiendo si el poder debe estar o no sujeto a otra ley que la de la propia conveniencia. Nuestros padecimientos actuales son efecto del desprecio al que está expuesta la Constitución nacional, esa barrera en la que aún tropieza el desenfreno de los omnipotentes.
Son signos inequívocos de ese desprecio los desaciertos económicos y las patrañas financieras, la extendida inseguridad social, el auge inaudito del narcotráfico, el desempleo que se ramifica, la inflación que no cesa y un concepto oficial de la cultura cada vez más parecido al de la mera propaganda.
Si es cierto que el Gobierno está a la defensiva es porque la Justicia no termina de rendirle pleitesía o porque ha empezado a rebelarse contra la pleitesía que le rendía. El poder político la quiere avasallada y le urge multiplicar sus controles sobre ella. No concibe otra manera de acatarla. Santa Cruz, bajo los Kirchner, probó que esa sumisión es posible. Se trata ahora de nacionalizar ese logro provincial.
No es casual el lugar preeminente que las sórdidas alternativas de esta pugna entre el Gobierno y la Justicia alcanzan en el suministro de la información pública. La política, entendida como práctica orientada hacia el desarrollo y la consolidación del progreso social, está lejos de ocupar el centro de la escena porque está lejos de haber ocupado el centro de los intereses del Estado. Las energías del país concentran hoy su atención en la confrontación que tiene lugar entre el afán de ocultamiento de gravísimos delitos y la necesidad de transparentarlos, condenarlos y pasar por fin a otra cosa, si es que esta secuencia de pasos sucesivos es aún posible en la Argentina.
Hablar de democracia en los días que corren significa hablar de cuanto la amenaza. Es decir, de la prosperidad de la delincuencia en todas sus formas, desde el lavado aluvional de dinero a la administración empresarial del Estado. El enriquecimiento ilícito y el simultáneo ensanchamiento de la pobreza son la cara y contracara de un concepto de lo político cuyo despliegue impune dice a las claras de la decadencia argentina. Aturdida por la magnitud de la perversión a la que está expuesta, la mayoría de la sociedad no encuentra todavía a quienes sean capaces de fortalecer en ella la fe en la consistencia ética del cambio, en la sabiduría que connota la idea de una auténtica alternancia entre gobernantes de distinta orientación dentro de un marco republicano y en la insustituible riqueza de una vida parlamentaria regida por el debate veraz de propuestas y el apego a la razón.
A lo largo de los años terribles que corrieron desde 1975 hasta el otoño de 1982, cobró fuerza entre nosotros una desesperanza no menos agobiante con respecto a un porvenir alternativo al que prometían la dictadura y la represión. La tenue claridad de un horizonte innovador empezó a insinuarse entonces lentamente hasta ganar credibilidad en la palabra de quienes supieron persuadir a la sociedad de que los partidos políticos y la Constitución nacional eran capaces de infundirle sentido a la devaluada democracia. Hoy la tarea es, en un aspecto, menos ardua porque la siembra de intolerancia actual, si bien se inspira en un hondo autoritarismo, está lejos de ajustarse al modelo brutal de entonces. Pero, en otro aspecto, esa tarea es mucho más compleja. La significación de los partidos políticos ya no tiene la consistencia que en aquel momento supo recuperar. Y nadie lo sabe mejor que el oficialismo, más confiado en sus recursos a la hora de enfrentar a la oposición que a la hora de vérselas con una Justicia rebelde a sus mandatos.
En vísperas de un año electoral como el que se aproxima, la oposición no acierta todavía con los medios que le permitan reavivar y afianzar el interés de ese nutrido electorado equidistante de todos los partidos y, por lo tanto, poco y nada permeable aun a la comprensión del papel que esos partidos están llamados a jugar en la reconstrucción de una democracia de raíz republicana. Pero a semejante desconfianza no poco contribuye la misma oposición, tercamente segmentada en enconos mejor entroncados en la psicopatología que en diferencias programáticas. El desafío mayor para sus representantes consiste en disolver la apatía que oprime la vivencia de lo cívico. Son millones, en la Argentina, los que están hartos de verse instrumentados por quienes luego de utilizarlos los arrojan al olvido. Remontar semejante pendiente de descrédito requiere imaginación y no sólo consignas fáciles, conocimiento y no sólo tenacidad, una estrategia inteligente y no sólo simpatía y fervor para revertir tamaña indiferencia. Nada más difícil. Nada más necesario si se aspira a generar un sentimiento de comunidad donde hoy impera la atomización.
La democracia republicana ha perdido honorabilidad porque ha perdido eficacia operativa. Quienes debían resguardarla la han envilecido. Y ello no sólo ha sido obra del oficialismo. También hay que contar a muchos de sus adversarios entre los que han hecho aportes decisivos a la ruina de ese ideal. Así como la ambición no reconoce divisas partidarias, tampoco las reconocen la perversión y la ineptitud.
Este fracaso en el logro de una transición eficiente desde el Estado represor y autoritario a una democracia representativa está en la raíz de la inconsistencia republicana de la sociedad argentina.
Entre la palabra que ordena acallar toda disidencia y la que desafía la intolerancia y la censura, se abre una grieta histórica que solo una educación cívica renovada puede contribuir a cerrar. Y en ello, lamentablemente, los partidos opositores tienen, por el momento, mucho que aprender y poco que enseñar.
La Argentina debe modernizar sus problemas. Le falta para lograrlo una dirigencia política capaz de diagnosticar con precisión las causas de nuestros desaciertos históricos sin caer en enfrentamientos recíprocos que debiliten su significación y el alcance de ese diagnóstico. Todavía hoy el país se debate entre dos riesgos predominantes. Por un lado, el que consiste en la fascinación por el error y su repetición. Por otro, en una falta de consensos básicos capaces de generar coincidencias francas en torno al reconocimiento de lo que es indispensable hacer. No hay otro modo de reunir los retazos en que hoy consiste la oposición.
El porvenir no es una ofrenda mecánica ni gratuita que brinda el paso del tiempo. Es el fruto venturoso, arduo, de la capacidad que evidencian los pueblos de reorientar su marcha tras haber perdido el rumbo y entender por qué fue eso lo que les sucedió.
LA NACION

@nib@l  2014