Uno nunca sabe
Cuando a mí una mina me gusta mucho, como ésta, Marta… me pongo pelotudo. […] Me pone tan nervioso que me pongo hecho un pelotudo, no sé lo que digo, hago boludeces… La glándula segrega algo que me idiotiza. Después pienso en las cosas que he dicho, o en las que debería haberle dicho y me quiero morir. Las minas deben pensar que uno es un retardado total.»Mario está enamorado de Marta, «la Flaca», pero su timidez le impide abordarla. Hasta que un día, sentados a la mesa de un bar, su amigo Mochila la saluda y Mario decide contarle su secreto y pedirle ayuda para acercarse a ella. ¿Es una antigualla, como piensa Mochila, depender de una mirada para iniciar la charla? ¿«Ir a tomar un café» encierra siempre una doble intención? ¿Es mejor encararla y sacarse la duda o vivir con la ilusión?
«Uno nunca sabe», el cuento que da título al libro, representa el paradigma de las charlas de café, que tantas veces funcionaron como marco de los relatos de Fontanarrosa.
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