El beso de la serpiente
Varias semanas pasaron desde los eventos del primer libro; Joanna está agradecida de la buena salud que ha recobrado el pequeño Tyler, Ingrid está lentamente acostumbrándose a su relación con el dulce detective mortal, Matthew Noble, y Freya está feliz y por primera vez en siglos, verdaderamente enamorada de su amante, Killian Gardiner, de quien no se ha separado desde que envió a su perverso prometido por un portal a otro mundo después de que intentara envenenar el suyo con una sustancia que desataría el Ragnarok, el fin del mundo y el ocaso de los dioses.
Pero como era de esperarse con las mujeres Beauchamp, dentro de poco se acabaría su relativa tranquilidad; el hermano de Freya, Fryr ha salido del Limbo después de haber sido condenado por la destrucción del puente que conectaba los mundos y otorgaba los poderes de los dioses. Ingrid debe aprender a estar en una relación en la que sus secretos son el pan de cada día, ya que el mortal Matt desconece que su querida Ingrid es en realidad una bruja, y no como se rumora en el pueblo debido a los hechizos y talismanes que reparte en la biblioteca, sino una bruja de verdad, de las que vuelan en escobas, hacen pociones, y se transforman en una criatura de otro mundo mitad águila y mitad león. Y Joanna, quien ahora está lidiando con el regreso de su marido Norman, a quien no había visto en muchos años, está en medio de un triángulo amoroso en el cual no supo como entró y tampoco sabe como escapar.
Los problemas amorosos de las Beauchamp no son nada comparado con los problemas mágicos que nuevamente las acechan. El regreso de Fryr, quien ahora ha adoptado el nombre mortal Freddie, viene cargado de muchas sorpresas; para empezar, no sido liberado de su prisión milenaria sino que ha escapado con la intención de vengarse del verdadero responsable de la destrucción del puente Bofrir, quien según él es Balder, el dios de la alegría y la belleza y el alma gemela de su hermana Freya. Por otra parte, la relación de Ingrid y Matt queda en un segundo plano cuando unos pequeños seres inmortales conocidos como duendecillos van tras ella por ayuda, ya que no pueden recordar de donde vienen ni quien los envió aquí, mientras que Joanna tiene que lidiar no sólo con Norman y Harold Atkins (un pretendiente mortal cuyo interés en ella no podría ser más inoportuno) sino con la molesta presencia de fantasmas en su casa.
Al poco tiempo las cosas sólo se complicaron, los duendecillos comenzaron a cometer crímenes en el pueblo y llamaron la atención de Matt y el resto del departamento de policía, Freya comienza a dudar de Killian y cree que él tiene oculto el tridente de su hermano y el arma con la que fue destruido el puente, y Joanna sospecha que el fantasma que la atormenta puede ser una bruja intentando dejarle algún mensaje, un mensaje que la alertaría de algún peligro inminente.
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@níb@l 2018
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