Es el título de la novela corta de Gabriel García Márquez, publicada en 1972; tal parece que sólo con en el título quisiera contarnos toda la historia de la joven adolescente de 14 años sufriendo la casi literal esclavitud sexual que su abuela le hizo pasar por varios años para cobrarle una deuda, adquirida por un descuido de la chica una noche que olvidó apagar la vela del candelero en su mesa de noche.
Ella estaba cansada, se dormía incluso cargando la sopera y la abuela se encargó de recordarle entre pestañeadas, cada uno de sus pendientes. Eréndira se fue a dormir en cuanto pudo para recuperarse del cansancio y lo hizo con todo y ropa, dejando el candelero con la flama que un ligero viento nocturno se encargó de propagar por toda la casa y causó un gigantesco alboroto en el casi despoblado desierto donde vivían. No pudieron recuperar nada y la abuela, para sobrellevar su economía, vendió la virginidad de su nieta y luego su cuerpo cada una de las noches por algunos años. Viajaban pagando a los choferes con el deleite del cuerpo de la juvenil Eréndira.
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