Peronismo, Iglesia y pedofilia
En el comienzo, Juan Domingo Perón se mostraba cercano a los principios morales y políticos del Vaticano y, de hecho, el general tomó como propia la doctrina social de la Iglesia.
«Nuestra política social ha salido en gran parte de las encíclicas papales, y nuestra Doctrina es la Doctrina Social Cristiana», declaró Perón en el 1945.
Sin embargo, la conducta privada de Perón no parecía estar tan en línea con el Vaticano. La convivencia con Evita antes de casarse, las fotos con estudiantes de la UES en la quinta Presidencial y los rumores que abundaban sobre la relación de Perón, ya viudo,con adolescentes hacían que su figura fuese cuestionada desde ciertos sectores.
Pero vayamos más atrás: mientras Perón daba muestras de un catolicismo fervoroso, por otro lado preparaba un nuevo proyecto de Ley de Profilaxis que habilitaría los prostíbulos que él mismo y sus antecesores habían clausurado.
Los «curas peronistas» no sabían cómo justificar ante el obispado el tratamiento de la regulación legal de estos temas. Las presiones de la Iglesia, desde adentro y desde afuera del peronismo, fueron tantas que, finalmente, el Ejecutivo desechó la iniciativa. Sin embargo, a medida que el peronismo avanzaba en otras cuestiones sensibles a la Iglesia, esta relación, tan amigable en sus orígenes, se fue resintiendo.
En todos los órdenes de la vida, pública y privada, los progresos en materia de derechos civiles, laborales y sociales siempre tardaron mucho más tiempo en llegar a las mujeres. Por cierto, la Iglesia fue un factor decisivo para que estos cambios no se produjeran o se retrasaran algunos siglos.
Entre las diversas críticas que recibió el peronismo a lo largo de su historia, se lo acusó de apropiarse de banderas ajenas. Las palabras de Lila Caimari en “Perón y la Iglesia católica” ilustran bien el panorama de aquel momento:
“Parece claro que la trayectoria de Eva Perón tocó numerosos puntos que afectaban a la Iglesia católica. Utilizó al catolicismo como autoridad para la reivindicación de los derechos de las mujeres, se apropió del ámbito tradicionalmente católico de la beneficencia y de las fiestas de Navidad, y comparaba a Jesús con Perón. Su enfermedad provocó multitudinarias misas en las que la jerarquía no tenía ninguna participación, y finalmente, el aparato de propaganda hizo de ella una especie de santa-mártir después de su muerte.”
Por un lado, la apropiación por parte del peronismo de cierta iconografía y liturgia propias de la Iglesia y, por otra, la reivindicación de varios derechos sociales a los que el clero se oponía, hicieron que estas relaciones antes fraternales terminaran por quebrarse definitivamente, al punto de que la Iglesia se convirtiera en un factor determinante en el derrocamiento del gobierno de Perón.
Las leyes más conflictivas y, de hecho, las que deterioraron el virtual frente que constituía el peronismo y la Iglesia fueron tres:
1º- La ley de enseñanza religiosa fue una promesa que Perón cumplió a medias; si bien se sancionó, jamás se implementó de la forma que quería la Iglesia, ya que la Dirección de Enseñanza Religiosa quedó a cargo de funcionarios designados por el gobierno y no exclusivamente del clero. Por otra parte, la obligatoriedad de la «educación higiénica» y el impulso de la educación física y el deporte acercaban a los jóvenes a un terreno mucho menos espiritual que el que esperaba la Iglesia.
2º- Otra medida conflictiva fue la reforma del Código Civil, que abolió la discriminación de los hijos legítimos, ilegítimos y adulterinos. No hay que olvidar en este punto que Juan Domingo Perón era hijo ilegítimo y Evita, lisa y llanamente, adulterina.
Para la Iglesia, la equiparación de los derechos de los hijos matrimoniales y extramatrimoniales significaba la legalización del anacrónico pecado de amancebamiento.
En 1946 el peronismo reemplazó la denominación de «hijos adulterinos e incestuosos» por la de «hijos naturales», convalidó los matrimonios celebrados en el exterior y en 1952 igualó jurídicamente a los hijos legítimos e ilegítimos.
Por último, la consagración del voto femenino impulsado por Evita introdujo otro factor de discordia, no sólo con la Iglesia, sino con los sectores más conservadores de la sociedad. A tal punto que se dio la paradoja de que la Asamblea Nacional de Mujeres presidida por Victoria Ocampo se opusiera denodadamente a la ley de sufragio femenino, haciendo primar su antiperonismo visceral a su larga prédica a favor de los derechos de la mujer.
Así estaba la puja de poder en la Argentina de fines de los años 40 y principios de los 50. La Relación Perón – Iglesia Católica se iba deteriorando día a día, pero todavía faltaba lo peor. Empezaron a conocerse casos de pedofilia primero en el entorno de Perón y más tarde las sospechas recayeron sobre su propia persona .
Peronismo, Iglesia y pedofilia
Ayer viajamos en el tiempo y nos remontamos 70 años atrás para comprender cómo fue la particular relación de Perón con la Iglesia y cómo ese amor se convirtió en odio.
El principio no podría haber sido más auspicioso: en el ´45 Perón se aferraba a la Doctrina Social Cristiana y la curia se abrazaba a Perón. Pero el gobierno peronista siempre se adecuó al viento de la historia y, como una lábil veleta política, tomó decisiones que irritaron a la Iglesia. A estos hechos se sumó la conducta privada de Perón que escandalizaba a ciertos sectores de la sociedad.
La imagen de aquel Perón devoto que asistía a misa y se rodeaba de sacerdotes para inaugurar obras, contrastaba con aquel que se dejaba fotografiar con estudiantes secundarias ligeras de ropa. Todas las versiones sobre las orgías de Perón en la Quinta de Olivos con las muchachas de la UES no hubiesen encontrado ningún fundamento de no haber sido por un escándalo que asomó como un rumor durante el gobierno de Perón y se conoció en detalle luego de su derrocamiento: la relación del presidente con la estudiante secundaria Nelly Rivas.
Juan Domingo Perón tenía cerca de sesenta años y Nelly Rivas era una menor de apenas catorce. A pocos días de la caída del gobierno constitucional, el nuevo gobierno de facto dio a conocer a la prensa las cartas que Perón, a bordo de la cañonera paraguaya en la que huyó, escribió a su amante adolescente. Dos años más tarde, en 1957, fue la propia Nelly Rivas quien publicó en algunos diarios estadounidenses una serie de artículos en los que contaba varias intimidades de esta relación prohibida. En el año 1968 concedió un reportaje a Primera Plana, ilustrado con varias fotos en las que aparecía junto a Perón. En una de ellas se los ve abrazados en el césped revolcándose, literalmente.
De acuerdo con todos los artículos, reportajes y testimonios, Nelly Rivas conoció al presidente durante una de las famosas visitas que hacían las alumnas agrupadas en la UES a la Quinta presidencial de Olivos en 1953. Conocedor de los gustos de Perón, el ministro de Educación, Armando Méndez San Martín, presentó al presidente y a la estudiante. Desde aquel momento se inició una relación acaso muy semejante a la que había mantenido años antes con María Cecilia Yurbel, una jovencita, menor de edad, a la que Eva sacó a empujones de la casa de su futuro marido. No pasó demasiado tiempo desde el inicio del romance hasta que Nelly Rivas se instaló en la residencia presidencial de la avenida Alvear. De la misma forma que se exhibía públicamente con «la Piraña», tal como se la conoció a María Cecilia Yurbel, cuando el entonces coronel era secretario de Trabajo, durante los últimos años de su segundo mandato, Perón también se mostró en varias oportunidades con su «amiguita», sólo que a Nelly no podía presentarla como si fuera su hija, tal como hizo alguna vez con anterior amante. Se los vio juntos y tomados del brazo en el Festival de Cine de Mar del Plata del año 1954, en una pelea de box en el Luna Park, e incluso en algunos ámbitos oficiales. Por supuesto, todos los miembros del gobierno de mayor y menor rango estaban perfectamente al tanto de la relación de Perón con su amante adolescente. De hecho, él jamás hizo nada por ocultarlo. Pero estos escándalos, que irritaban a la Iglesia, fueron apenas pequeños detalles en comparación con lo que se avecinaba.
El romance inicial del peronismo con la Iglesia terminó de manera sangrienta. El 16 de junio de 1955 acaso haya sido uno de los días más trágicos de la historia de nuestro país. Aviones de la Marina de Guerra bombardearon salvaje y cobardemente la Plaza de Mayo repleta de gente a plena luz del día, dejando 384 muertos y cerca de 1.000 heridos. Los aviones que surcaron el cielo sobre la plaza llevaban una frase pintada en el fuselaje:«Cristo vence». El golpe, cuyo, objetivo de máxima era asesinar a Perón, fracasó y los instigadores del bombardeo fueron detenidos. Esa misma noche, en respuesta a la masacre, grupos fieles al gobierno se lanzaron a las calles a incendiar y saquear varias iglesias del centro porteño.
Todo había comenzado el sábado 11 de junio, durante la celebración de Corpus Christi en la Catedral. La ceremonia se convirtió en una multitudinaria manifestación contraria al gobierno. Un grupo de fieles enarboló frente al Congreso la bandera argentina y la amarilla y blanca del Vaticano. Luego de algunas refriegas, apareció quemada una bandera nacional y el gobierno acusó del agravio a los manifestantes católicos. El domingo 12, luego de la misa vespertina, una manifestación peronista atacó la Catedral de Buenos Aires. Otra vez se produjeron enfrentamientos y hubo varios heridos y detenidos. Juan Domingo Perón expulsó del país a monseñor Manuel Tato, obispo auxiliar de Buenos Aires, y a Ramón Novoa, asesor de la Acción Católica. En este punto, ya sin retorno, el gobierno decidió la clausura de todos los locales de la Acción Católica, mientras el ministro de Educación,Méndez San Martín, propuso la expropiación de la Catedral y de la Curia.
El matrimonio entre el peronismo y la Iglesia parecía destinado al divorcio. Pero, como sabemos, la Iglesia se opone al divorcio y muchos años más tarde las relaciones se iban a recomponer gracias a los buenos oficios de un cura de barrio que, sin que nadie lo previera, llegó a convertirse en el Sumo Pontífice.
@nib@l 2018