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domingo, 21 de julio de 2019

AMIA. La gran mentira oficial -- C. Sanz y F. Paolella





AMIA. La gran mentira oficial  






Narcotráfico, negocios y terrorismo
Cuando se disipó la nube de amonal aquel lunes 18 de julio de 1994 en la calle Pasteur, comenzaba a levantarse el muro de la impunidad. Frente al sinnúmero de dudas generadas por el atentado que demolió la sede de la AMIA, sólo aparecieron pistas falsas, datos inciertos y mentiras oficiales para que nunca se llegara a la verdad. 
    Partes involucradas en el luctuoso episodio y que tenían conocimiento sobre el verdadero origen de los autores de la masacre elaboraron un entramado cuyo eje era endilgarle la responsabilidad exclusiva del hecho al nuevo enemigo de los bloques dominantes. 
    Así, el cuento persa buscó ignorar elementales nociones geopolíticas con el fin de acusar a Irán para encubrir las turbias relaciones de Washington y Tel Aviv con el narcoterrorismo de manufactura siria. Algo totalmente irreal.
    Hablar de lo sucedido en AMIA obliga a analizar el atentado a la Embajada de Israel, ocurrido casi dos años antes y permite entender por qué fue asesinado el hijo del presidente Carlos Menem meses más tarde. Todo ha sido parte de un mensaje al entonces primer mandatario, enmarcado en lo que se conoce como los "tres golpes de Siria".
    Esta no es una historia más sobre AMIA, sino una crónica fuerte y fidedigna que, a la luz de los actuales acontecimientos internacionales, adquiere dimensiones de antología. 
    AMIA, la gran mentira oficial ha sido un libro que el poder intentó censurar de toda manera posible, lo cual prueba cabalmente la realidad de la denuncia de sus páginas. Los invitamos a leerlo gratuitamente, en ...
https://periodicotribuna.com.ar/libros/5-amia-la-gran-mentira-oficial.html





A causa de innumerables presiones, demandas  y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de   e-libros . 


Si algún autor o dueño de derechos, se siente perjudicado por este paupérrimo blog, por favor avisenme y prometo desincorporar sus datos, en forma inmediata ... Gracias


 @níb@l  2019

lunes, 15 de octubre de 2018

AMIA aun busca justicia .


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Un conocido periodista y una triste operación de prensa




AMIA, siempre AMIA… ¿hasta cuándo?
AMIA, siempre AMIA… ¿hasta cuándo?

No hay nada más anti periodístico que una operación de prensa. Para el más desprevenido, se trata de aquello que se intenta disfrazar como noticia, pero que oculta intereses non sanctos, de diversa índole.
Políticos, empresas y referentes de todo tipo se encargan de pagar a periodistas para que impongan puntuales tópicos a cambio de dinero. No importa si se trata de cuestiones verdaderas o falsas, solo hay que darlas a conocer a como sea. Sin importar que la sociedad termine desinformada. 
Sorprendería a más de uno saber que más de la mitad de los periodistas de renombre hace operaciones de prensa. Muchos de ellos empezaron en los días del menemismo, dinero de la exSIDE mediante.
Uno de los casos más renombrados es el de Román Lejtman, cuyas trapisondas fueron reveladas en su momento por Jorge Lanata. Así lo conté en una nota del año 2007 que refiere a los periodistas que cobraban por parte de la hoy AFI:
“En marzo del año 2003, en el marco del juicio oral por la investigación del atentado a la AMIA, Lanata acusó a los periodistas Román Lejtman y Gabriel Pasquini —ambos ex redactores del diario Página/12— de cobrar dinero negro por parte de la SIDE. La mención, que en cualquier otro país hubiera provocado un gran revuelo y un inevitable debate, pasó inadvertida por completo en nuestro suelo”.
En esos días, muchos desconocían que el buen Román ostentaba buenos vínculos con dos personajes bien oscuros: Eduardo Menem y José Luis Manzano.
Por ello, no es casual la referencia al señalamiento de Lanata: Lejtman viene desviando el tema AMIA desde que tengo memoria. Lo hizo a mediados de los 90 en el programa radial que compartía con el propio Lanata —Rompecabezas— y luego siguió en la misma línea a través de sus notas en diario Página/12. Allí llegó a dar crédito a hipótesis que luego se demostraron falsas —como la acusación a los policías José Ribelli, Anastasio Leal, Raúl Ibarra y Mario Barreiro, que nada tuvieron que ver con el hecho—, pero jamás pidió disculpas.
En esos días, cobraba puntualmente dinero por parte del entonces ministro del Interior, Carlos Corach, tal cual me reconociera uno de los principales asesores del exfuncionario menemista.
Pronto se supo que Lejtman actuó en nombre del exministro a efectos de ofrecerle a Carlos Telleldín 400 mil dólares para que este acusara falsamente a los referidos policías bonaerenses como autores del atentado en la mutual israelí. En buen romance, la consumación de un delito penal.
Para enmascarar la trapisonda, se dijo que era un adelanto de dinero para la escritura de un libro sobre el tema AMIA. Nadie jamás se tragó ese verso.
Ahora, pasado el tiempo, no conforme con operar para el menemismo y la AFI, Lejtman ha decidido vender sus servicios a los halcones israelíes y un sector de la inteligencia norteamericana.
Para quedar bien con ambos, decidió publicar una nota que relaciona dos mitos en uno: la posibilidad de que iraníes hubieran atentado contra la AMIA y la existencia de una célula de Hezbollá en la Triple Frontera. Respecto de ambas cuestiones, no existe una sola evidencia, solo el interés de ciertos grupos de poder foráneos.
Como sea, este domingo Lejtman decidió colar una interesante operación de prensa en el portal Infobae —me pregunto: ¿lo permitirá Daniel Hadad? ¿Será parte de la opereta o no sabrá nada?— titulada “Hezbollah puede ejecutar un tercer atentado contra la Argentina desde la Triple Frontera”.
Como era de esperar, la nota carece de evidencia —siquiera de indicios— al respecto y solo cuenta con un testimonio, interesado. Una operación de manual.
Como investigador del caso AMIA por una década y autor de uno de los libros que pululan por allí, desafío a cualquier persona a que muestre una sola prueba de que iraní alguno o miembros de Hezbollá tuvieron implicancias en ese atentado. Será complicado, ya que no hay nada de ello en todo el expediente. Nada de nada.
Contra lo que quieren instalar grupos de poder de EEUU e Israel —con la ayuda de periodistas como Lejtman, Daniel Santoro y Raúl Kollman, todos a sueldo—, el ataque a la mutual no se trató de ningún conflicto entre árabes y judíos. Fue una venganza pergeñada por mafiosos y narcotraficantes, principalmente de raigambre siria, por promesas no cumplidas del menemismo.
Ello sí está acreditado. Incluso existe la factura de la bomba que estalló en la AMIA, como ya he publicado oportunamente. Pero nadie se tomará la molestia de leer el expediente judicial, todos prefieren quedarse con lo que dicen los supuestos “investigadores” del caso, interesados.
¿No es sintomático que casi todos los que escribimos libros sobre el tema AMIA —Jorge Lanata, Gabriel Levinas, Horacio Lutzky, Juan José Salinas, Fernando Paolella y quien escribe estas líneas— llegáramos a la misma conclusión, la pista siria?
La respuesta es obvia: tiene que ver con que hicimos un buen trabajo investigativo, consultando el expediente y entrevistando a testigos del hecho, directos e indirectos. Por eso llegamos a la misma conclusión. La verdad está ahí, en esa misma causa, y no hay manera de cambiarla.
La evidencia no deja de ser evidencia, por más que un grupo de impresentables intenten retocarla a través de notas ostentosas a través de medios poco creíbles.
Me resta recordar aquello que dijo alguna vez el reconocido psiquiatra austriaco Alfred Adler: “Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa”.
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@nib@l 2018

jueves, 19 de julio de 2018

AMIA (1994- 2018)


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Sólo negocios, la oscura trama detrás del atentado a la AMIA




SIRIA, NEGOCIOS Y NARCOTRÁFICO OFICIAL
SIRIA, NEGOCIOS Y NARCOTRÁFICO OFICIAL
“No es nada personal, son sólo negocios”, dice el mafioso de rigor antes de pegarte cuatro tiros en cualquier filme del género. Y también esto sucede en Syrianah, donde la CIA y los capos del petróleo se unen para sacar del medio a quienes osen interferir en el arte del plin caja.
 
En el caso de las masacres de masas perpetradas en Buenos Aires en 1992-94, que transformaron el centro porteño en una sucursal de Beirut, también obedecieron a esa lógica. Y eso está profusamente ilustrado en el libro AMIA, la gran mentira oficial, de Christian Sanz y quien escribe estas líneas.
El padre del presidente oftalmólogo sirio, el dictador Hafez Al Assad, fue rápido para los mandados cuando en 1988 rompió con su tambaleante amigo soviético para asociarse al binomio Washington-Tel Aviv. Y de ese abrazo, como premio se le concedió la patente de corso para sus negocios sucios vinculados con la heroína siria. Gracias a eso, la CIA y el MOSSAD pudieron financiar operaciones clandestinas en todo el orbe, haciendo pito catalán a sus respectivos congresos. Ronald Reagan, William Casey, Oliver North, Al Kassar y otros impresentables se beneficiaron ciento por ciento mediante la venta ilegal de ese producto proveniente de las amapolas que crecían en el valle de la Bekaa.
No es improbable que Carlos Menem conociera aunque sea un poco de este entramado, cuando justamente ese año se entrevistó con el nombrado jefe de Estado. Pero pudo pecar de ingenuo al intentar traicionar ese pacto, sufriendo seguidamente tres consecuencias espectaculares que aún permanecen en la oscuridad del encubrimiento.

La embajada
La coqueta calle Arroyo, de Recoleta, aquel 17 de marzo de 1992 se transmutó en un escenario bélico al volar por el aire el edificio de la embajada israelí. El hongo de amonal fue el símbolo concreto del largo brazo de la venganza siria, al castigar de ese modo contundente la ruptura de los negocios con el régimen de Assad. Ante la presión estadounidense, traducida en la insistencia del entonces embajador Terence Todman, el menemismo dejó de lado el proyecto misilístico Condor II y el otorgamiento a los sirios de una central nuclear a Damasco quedó en letra muerta.
Percatado Menem de quiénes habían sido los perpetradores, intentó desviar la atención primero culpando a los carapintadas, para después echarle el fardo a Hezbollah, siguiendo el libreto del eje de poder citado arriba. Así, se instaura el cuento persa que apunta con su dedo acusador a Irán, supuesto mentor de dicha organización libanesa. Cuando en realidad, es Damasco quien se hace cargo de “bancarlos”.

La mutual
Ese lunes 18 de julio de 1994 la calle Pasteur vibró cuando a las 9:53 el edificio de la AMIAse derrumbó sobre sus cimientos. En un ataque calcado del anterior, de nuevo la venganza de los timados socios se hace sentir esta vez en el corazón mismo de la comunidad judía argentina.
Ante las cámaras, Carlos Menem pronuncia un aún inexplicable ‘’les pido perdón’’, y quienes lo escucharon cayeron bien en la cuenta de qué se tratada tan enigmática frase.
Seguidamente, el encubrimiento montado fue cada vez más complejo, configurando una comedia bufa en la cual entraban Beraja, la policía bonaerense, el ex gobernador Duhalde, Carlos Telleldín, el iraní Rabbani, la SIDE; todos convocados con tal de embarrar la cancha y exculpar a los servicios secretos sirios. Ahí es cuando Menem, poniéndose el sayo de jurista, instala la culpabilidad de Irán al alegar poseer “semiplena prueba”.
En esta opereta intervienen efectivos del Tzahal israelí, el ejército, quienes insertan un motor trucho de Trafic para abonar la teoría del mentado y omnipresente coche bomba. Siguiendo al dedillo lo presentado por Tom Clancy en el libro y la peli Clear and present danger, acá conocida como Peligro inminente, los encubridores vernáculos asociados con la CIA y el MOSSAD tejieron la compleja trama que perdura hasta hoy, en gran parte gracias a los buenos y dilectos oficios del juez de la causa Juan José Galeano y la complicidad manifiesta de gran parte de la prensa.

El “accidente” de Menem Junior
El 15 de marzo de 1995 muere Carlitos Menem a bordo de un helicóptero, mientras volaba en las cercanías de la localidad bonaerense de Ramallo. Acompañado por el corredor de TC Silvio Oltra, el hijo presidencial pierde la vida en un extraño acontecimiento que la justicia argentina enseguida cataloga como accidente. Pero luego, empiezan a suceder extraños acontecimientos que ponen en duda flagrantemente tan precipitado dictamen. El juez de la causa, Carlos Villafuerte Ruzo accede a que la máquina Bell siniestrada fuese totalmente desguazada. Esto resultó muy extraño, sobre todo luego de que se conocieran fotos en las cuales dicho helicóptero estrellado aparecía soberbiamente acribillado a balazos.
Según versiones, el atentado habría sido cometido por tres tiradores dotados con fusiles FAL, utilizando la técnica de fuego cruzado, muy efectiva al respecto al ser corroborado años después en conflictos como el del Golfo.
La muerte extraña de una docena de testigos, más la desaparición de pruebas claves y otras relevantes irregularidades, motivaron a que Zulema Yoma y el abogado Juan Gabriel Labaké pidieran a la justicia la reapertura del caso en marzo pasado. Pero hasta hora, la cuestión sigue sin novedad.
Como siempre, la trama oscura de negocios y poderes ocultos siguen más fuertes que el insistente reclamo de verdad y justicia.
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@nib@l  2018

lunes, 5 de febrero de 2018

AMIA hoy... seguimos sin rumbo, ni culpables !


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Si algo le faltaba a la investigación AMIA, es el encubrimiento macrista

 
LAS CONVERSACIONES CON CIMADEVILLA Y EL PIFIE DE GARAVANO
LAS CONVERSACIONES CON CIMADEVILLA Y EL PIFIE DE GARAVANO
La investigación del atentado a la AMIA describe perfectamente la esencia del ser argentino. Golpeándose el pecho respecto de lo ocurrido pero, en los hechos, totalmente desinteresado por cómo avanza la causa judicial.
Tal es así, que las notas referidas al bombardeo ocurrido el 18 de julio de 1994 son las menos leídas en los medios de comunicación. En todos. Todo interés es de la boca para afuera. 
Entonces, ocurre lo que ocurre: un expediente que se aleja cada vez más de la verdad ante la desinteresada mirada de propios y ajenos. Ante esa situación, los que vienen desviando la investigación en los últimos 20 años ganan más y más terreno.
Han hecho un gran trabajo, al lograr hacer creer a la sociedad que la AMIA fue volada por unos iraníes tan terroristas como furiosos. No solo eso: consiguieron instalar la idea de que un coche bomba fue el que detonó en la puerta de la mutual judía, con conductor suicida y todo.
No es ello lo que aparece en el expediente. Allí no existe una sola prueba contra iraní alguno, ni tampoco constancia de la camioneta con explosivos. Ello explica por qué en ninguno de los 6 libros de investigación sobre este tópico se mencione a Irán como autor del atentado y todos apunten a Siria.
Lo aquí mencionado viene a cuento de lo ocurrido en las últimas horas, en el marco del juicio por encubrimiento al atentado contra la AMIA, en el que el Estado argentino desistió de la acusación contra los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia.
Lo sorprendente es que, en diciembre, el gobierno había solicitado 8 años de prisión para los mismos exfuncionarios judiciales, respecto de los cuales se comprobó que tuvieron un papel fundamental a la hora de desviar la investigación judicial.
¿Qué ocurrió para que, en poco más de un mes, el Ministerio de Justicia que conduce Germán Garavano cambiara radicalmente de postura? ¿Hubo algún tipo de presión? Si fue así, ¿quién la refrendó y por qué?
Como sea, lo ocurrido generó toda una interna feroz en el gobierno, ya que el titular de la Unidad de Investigación AMIA, Mario Cimadevilla sí quería avanzar contra Mullen y Barbaccia, en contra de la opinión de los abogados del Ministerio de Justicia. Ello lo dejó al borde de la renuncia.
Lo curioso —y sugestivo— es que a los exfuncionarios se los responsabilizaba por no seguir la “pista siria” en su indagación. ¿No es demasiado obvia la jugada, en ese contexto?
Conversaciones con Cimadevilla
Hace exactamente dos años, Mario Cimadevilla fue confirmado al frente de la Unidad de Investigación AMIA. Meses después, le ofrecí colaboración desinteresada a efectos de ponerlo al tanto de las internas que iba a tener que tolerar.
Al mismo tiempo, le ofrecí evidencia de diversa índole que le permitiría entender lo ocurrido en la mutual judía. Le expliqué incluso que existe la factura de la bomba que estalló en la AMIA, lo cual es una prueba irrefutable para llegar a la verdad. El Whatsapp no me deja mentir:
Fui muy escéptico en esos días. Sin embargo, contra todos mis pronósticos, Cimadevilla hizo un gran trabajo, hurgando de manera independiente y siguiendo de cerca el juicio que se sigue en estas horas. Decidió actuar en consecuencia y ello le costó muy caro, quedando al borde de la destitución a su cargo.
Por caso, fue criticado duramente por la dirigencia de la AMIA, los mismos que, no solo colaboraron para que no se llegue a la verdad en torno a la investigación del atentado, sino que además han pedido que no se avance sobre la figura del exbanquero Rubén Beraja, sobre quien abundan las pruebas de corrupción.
La trama, como puede verse, es espesa y brumosa. No faltan las presiones de toda índole, ni la acción de puntuales grupos de poder —locales y foráneos— que ostentan la inestimable colaboración de grandes medios como el grupo Clarín. Entre todos, han hecho una ensalada tal que la causa AMIA se convirtió en algo ininteligible.
El propio Cimadevilla me lo dijo claramente esta mañana, en la última conversación que tuvimos. “Veo ahora operetas periodísticas que no reflejan para nada lo que está pasando”, sostuvo escuetamente. No se equivocó. 

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@nib@l  2018