Juanita la larga
Narra un tema clásico, el amor entre un hombre y una joven que se enfrentan a las adversidades para defender su amor. Recrea Valera un ambiente arcádico, forjado con sus recuerdos de adolescencia y juventud, con una mezcla de lenguaje culto y coloquial que hace amenísima su lectura. Villalegre, identificada por la crítica con las poblaciones de la infancia y juventud de Valera, Cabra o Doña Mencía, es un paraíso, con ciertas limitaciones como el cacique, el respeto por el orden social establecido o el qué dirán. En la novela tienen cabida elementos de todas las tendencias narrativas del siglo XIX, con preponderancia del humor (bajo la forma de la ironía, la sorna o el sarcasmo, según qué personajes y situaciones), en una obra idílica, alegre como ninguna otra del autor, sin el menor dejo de amargura, y la más verídica en cuanto a emociones, en el contexto de la vida rural que ningún escritor realista pudo realizar.
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