I Am Ozzy
(Confieso que he bebido).
De cualquier “príncipe de las tinieblas” que se precie esperaría uno encontrarse con la crónica pormenorizada de una existencia no exenta de vertiginosos descensos a los infiernos. Lo cierto es que muchas de sus gestas no nos son desconocidas. ¿Qué queda entonces por contar en unas memorias? Felizmente, mucho, y tan patético e hilarante como sus célebres y celebradas excentricidades de antaño. Osbourne perdió, si jamás lo tuvo, el poco sentido del ridículo que le asistía hace ya mucho tiempo y el decoro no parece quitarle el sueño. Su vida ya era un culebrón mucho antes de que la cadena de televisión MTV empezará a documentarla. […] Su “negro” ha conseguido preservar la oralidad de la crónica, vertida previamente en cinta, confiriéndole a su voz su idiosincrásica y horrísona impronta
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