La vieja y la nueva Cristina
Hay una Cristina vieja ideológicamente, erosionada en su liderazgo, escondida en su perfil bajo y con la intención permanente de derrocar a este gobierno con el mezquino objetivo de no ir a la cárcel. Este es el sueño principal de su vida: cuidar su libertad y la de su familia y para eso necesita una administración nacional débil o directamente en caída libre.
La senadora nacional por la minoría bonaerense de Unidad Ciudadana aprovecha cada posibilidad de dañar a Mauricio Macri y lo hace con la cara muy dura y la demagogia en la mano.
Esta vez, Cristina, presentó un insólito proyecto de ley donde exige que se suspendan los aumentos de tarifas en los servicios y propone retrotraer los precios al 1ro de enero del 2017. Y dice que lo hace para cuidar el bolsillo de los argentinos. No se puede creer tanta hipocresía. La máxima responsable del agujero energético brutal que dejaron después de 12 años de gobierno levanta el dedito y quiere dictar cátedra de cómo resolver los problemas. Ella y su gerente de la corrupción, el reo Julio de Vido fueron los autores intelectuales y materiales del asesinato de la energía en la Argentina. Tuvieron tres objetivos que en parte pudieron cumplir:
1) Hacer populismo berreta y convencer a la gente que la energía es gratis aunque la pagamos todos con impuestos cada vez más altos. Esa batalla cultural, casi la gana. Muchos compatriotas hoy todavía creen que el estado tiene que regalar la energía.
2) Bombardear a las empresas, fundirlas o dejarlas al borde del precipicio con el fin de comprarlas a precio vil y apropiarse de ellas.
3) Generar una caja de corrupción de una magnitud nunca vista en la historia argentina. Sobre precios, coimas, compras a Venezuela a precios fuera de mercado, ayudaron a conformar un océano de dinero negro y sucio que fue a parar a los bolsillos de Cristina y de algunos integrantes del “Cartel de los Pingüinos”.
Por eso produce vergüenza ajena que los responsables de semejante cáncer económico nos quieran explicar cuál es la mejor medicina. Podrían guardar un respetuoso silencio durante un tiempo, ¿No le parece? Como si esto fuera poco, Cristina propone en su proyecto declarar la emergencia tarifaria y crear un comité especial para resolver este tema. Insisto: es como pedirle consejos para combatir el narcotráfico a Pablo Escobar Gaviria.
Ya le dije varias veces que creo que Cristina y su banda saqueadora del estado es la persona que más daño le hizo a la Argentina. No solamente por la mega corrupción de estado sin antecedentes en democracia, también por el autoritarismo que produjeron. Eso implica fanatismo para ver enemigos por todos lados, negación de la realidad y los errores y huida hacia adelante. Es lo que resume el proyecto que presentó Cristina. Parece un chiste pero es de muy mal gusto. La inmensa mayoría de los argentinos no se traga la píldora. Sabe que quien se especializó en destruir la cultura, la ética, la política y la libertad de expresión no puede ser la encargada de su reconstrucción.
Esa es la Cristina vieja ideológicamente, la que se crece todos los días en su imagen negativa, la que garantiza un peronismo dividido y una cuota importante de odio en las relaciones hacia y desde el justicialismo.
Pero hay otra Cristina. Más joven y menos conocida llamada Verónica Magario. Es la intendenta de La Matanza y pretende ser la gobernadora de la provincia de Buenos Aires y está en todo su derecho si la gente la vota. Pero el lanzamiento de su campaña de ayer fue patético y cargado de un oportunismo que indigna. En medio del velorio, mientras sus compañeros colectiveros se disponían a despedir los restos del asesinado Leandro Alcaraz, la precandidata Verónica Magario fue capaz de hacer una conferencia de prensa patética.
Acusó a la gobernadora María Eugenia Vidal de ser la responsable de la seguridad de la provincia y aclaró que los intendentes no tenían nada que ver con ese flagelo. Es una provocación por varios motivos.
Primero porque la intendente pertenece al Partido Justicialista y su partido viene gobernando el municipio y la provincia hace más de tres décadas. No se puede lavar las manos tan descaradamente. No puede disimular el rol nefasto que jugaron en varios temas, pero especialmente en el combate contra el delito, tanto Daniel Scioli como Fernando Espinoza en la última década. Buenos Aires estuvo gobernada por el justicialismo durante 31 años y La Matanza, hace 35 años, desde la restauración democrática.
¿O la culpa de la penetración del narcotráfico, el aumento de la ferocidad de los robos y los crímenes es de quienes están hace dos años tratando de apagar los miles de incendios que dejó el kirchnerismo? Es una mentira grande como la provincia de Buenos Aires.
La nueva Cristina, llamada Verónica Magario, tiene sus mismos disvalores. Siempre el culpable es el otro. No se hace cargo de nada. Es la misma que humilló a los matanceros al plotear con su nombre y apellido los patrulleros que envió la provincia. Es la misma que cobra una tasa municipal por seguridad y dice que esa es responsabilidad excluyente de la gobernadora Vidal. Magario es la misma que no ejecutó un solo peso de los 240 millones de pesos que le envió la provincia por el Fondo de Fortalecimiento en Seguridad. Un legislador presentó un pedido de informes porque sospecha que con ese dinero hizo un plazo fijo en lugar de destinarlo a mejorar la seguridad.
Es insostenible lo que hicieron y lo que no hicieron en La Matanza. En 35 años de intendentes peronistas como Magario solo instalaron 450 cámaras. Una por cada 4 mil habitantes. Es imposible luchar contra la mafia organizada con tan pocas herramientas. Y mucho más cuando desde la política aparecen complicidades atroces. Quien era hasta hace poco secretario de seguridad de la intendenta Magario tuvo que irse acusado de formar parte de una banda criminal que producía secuestros. Carlos Orsingher fue descubierto por una investigación de nuestro compañero Jorge Lanata y la intendenta Magario intentó que el programa no se emitiera. Hizo una presentación judicial reclamando censura previa pero, por suerte, hubo un juez razonable que rechazó ese pedido antidemocrático.
Y como si esto fuera poco, la intendenta Magario, la nueva Cristina, acuso al gobierno de Vidal de hacer política obscena con el crimen del colectivero. Es lo que hizo ella. Como si se estuviera mirando al espejo.
Mientras tanto, la familia, los compañeros y la hijita del chofer de la línea 602 asesinado, todavía no pueden elaborar el duelo. Necesitan justicia y ya hay dos jóvenes detenidos.
Hay una vieja Cristina y una joven Magario. Ambas están cortadas por la misma tijera de un populismo irresponsable, contaminado por ladrones y con el único objetivo de obtener más poder y más dinero aunque en ese camino tengan que empujar la democracia hacia un abismo. Que todo el mundo lo sepa.
@nib@l 2018