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martes, 6 de noviembre de 2018

Zafaste noviembre, Gato

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Zafaste noviembre, Gato


Si este noviembre no lo organizó Durán Barba, por lo menos 

le pega en el palo.


La columna de Alejandro Borensztein.
El 14 de diciembre de 1969 jugaron River y Boca en el Monumental por la última fecha del Nacional. Con el empate Boca era campeón. Arrancó ganando 2 a 0 con dos goles del “Muñeco” Madurga. Enseguida River descontó con un zapatazo desde afuera del área de “Pinino” Más y ya en el segundo tiempo se lo empató Marchetti de cabeza. Si River hacía un gol más forzaba un partido desempate. Pero no pudo.
Boca se consagró campeón y dio la vuelta olímpica en Núñez. Al pasar por delante de la platea San Martín los hinchas de River se pararon y aplaudieron al nuevo campeón. Posta. Éramos otro país.
Hoy, por mucho menos, serían todos pasados por las armas. Pensar que el presidente Macri quiere que la final más tremenda de la historia universal se juegue con hinchada visitante como si fuéramos un país común y corriente de este mundo. ¡Gato loco! ¿De qué planeta viniste barrilete cósmico?
Diecisiete años después de aquel partido en el Monumental, en abril de 1986, River se tomó la revancha. Llegó a la Bombonera habiéndose consagrado campeón un par de fechas antes y ganó 2 a 0 con los goles del Beto Alonso y la famosa pelota naranja.
Pero, para entonces, ya nos habíamos transformado en otro país. ¿Se animarían los jugadores de River a dar la vuelta olímpica en plena cancha de Boca? ¿Estábamos los argentinos preparados para semejante osadía? Finalmente, sólo dieron una vuelta cortita. En realidad, media vuelta del lado de la hinchada millonaria. Por precaución, no pasaron por delante de la tribuna de Boca. Lo que en 1969 había sido absolutamente normal, en 1986 ya era considerado una provocación.
Hoy, casi 49 años después de la vuelta olímpica de Boca en el Monumental y 32 años luego de la de River en la Bombonera, ya no quedan hinchadas visitantes. Cualquier pavada parece ser motivo suficiente como para iniciar la tercera guerra mundial.
Macri, en un intento por devolverle al fútbol cierto sentido común, propuso jugar con estas finales con hinchadas visitantes. Lo putearon desde Angelici hasta D’Onofrio, pasando por todos los tipos que en los últimos años se cansaron de decir que el fútbol sin visitantes no era fútbol.
En esta le doy la derecha al Gato, pero se ve que el país no está preparado para tanto.
O sea, no insistamos más. Al ritmo que venimos, dentro de muy poco tiempo, no sólo no va a haber hinchadas visitantes sino que tampoco va a haber equipos visitantes. ¿Contra quien juega Boca hoy? Contra Boca. Vélez versus Vélez. Racing versus Racing y así pronto terminaremos con todos los problemas de fútbol argentino.
Veamos la parte positiva. Por ejemplo, en el caso de Independiente vas a tener un equipo de Independiente con su propia barra manejada por uno de los hijos de Moyano que va a jugar todos los domingos contra otro Independiente con su otra barra manejada por otro hijo de Moyano. Esa es la ventaja de tener varios equipos del mismo equipo y varios hijos del mismo sindicalista con varios sindicatos conectados con varios barrabravas, todo en el mismo combo.
Macri, que está tan preocupado por esta final de la Libertadores, en realidad debería olvidarse de la Copa, del Mellizo, del Muñeco y de todo el tema. Sólo debería aprovechar la coyuntura.
Según todos los estudios conocidos, aproximadamente el 75% de los argentinos son hinchas de Boca o de River. Eso quiere decir que en lo que resta del mes de noviembre, lo único que realmente le va importar a la inmensa mayoría de nuestros conciudadanos es esta histórica y desesperante final de la Copa Libertadores de América.
Macri puede hacer en noviembre lo que se le de la gana: total, nadie le va a dar ni cinco de pelota. Todo aquello que no hizo de entrada en 2015 porque lo convenció el Club de la Buena Onda y el Optimismo, podría hacerlo ahora tranquilamente. Reforma laboral, política, impositiva, previsional. ¡It´s now, Cat!
Los gobiernos suelen tener los primeros 100 días para hacer lo que quieran. Estos ñatos desaprovecharon 98. Solo usaron un día para resolver el quilombo de los buitres y otro para levantar el cepo. Y esto último, en el apuro, lo hicieron con bastante ingenuidad. Entre viajes al exterior y compra de divisas para encanutar en el colchón, les chuparon todos los verdes. Era sin cepo pero con algo de picardía, papá. No importa, ya está. Lo que fue, fue.
Ahora la vida les da 30 días extra para que hagan lo que quieran. Un regalo de la Conmebol con dos VAR incluidos: el gol que le anularon al Palmeiras contra Boca y el penal que le dieron a River contra Gremio. En general yo no creo en las teorías conspirativas pero si esto no lo organizó Durán Barba le pega en el palo. En cualquier caso, el gobierno no lo puede desaprovechar.
Por un mes nadie les va a prestar atención. El ministro Dujovne puede salir a caminar desnudo por la calle Florida con una corona de margaritas en la cabeza, un cartel que diga “I Love Lagarde” y una banderita de EEUU insertada en el upite que ni lo van a mirar. Ni una foto. Nada. “Mamá, saquémonos una selfie con el señor Ministro de Hacienda que está en la esquina bailando tap en bolas”. “Callate nene que estoy escuchando un reportaje al Muñeco Gallardo”.
Pueden aumentar la luz, la nafta (esa ya anda viento en popa), subir ganancias, lo que sea. ¡Ni a los kirchenristas les va a importar! Imaginemos cuando Larroque convoque a la militancia a salir a la calle para quemar el Congreso. “Callate gil, que están por anunciar si juega Wanchope o Benedetto… ¿en que país vivís Cuervo llorón?
Con lo único que hay que tener cuidado es con el timing. “El que quiera andar armado que ande armado”, es una frase que Patricia Bullrich podría haber dicho, sin ningún problema, cualquier día entre el primer partido en la Bombonera y la revancha en el Monumental. Pero no diez días antes de que empiece la locura, como lo hizo. Si esperaba un poquito no se avivaba nadie. Salvo que la idea fuera ir vendiendo bolsonarismo con vistas a las elecciones del año que viene. Ahí te la tomo.
Como hizo Massa, que esta semana declaró “Bolsonaro planteó una defensa de los brasileños”. Es una frase que, si la hubiera dicho la semana que viene no se enteraba ni el loro pero dicha hace unos días tuvo su efectito bolsonariano. Tampoco es que se conmovió el tablero político. Últimamente el Frente Renovador no está pasando por un momento muy popular que digamos. Pero sirvió para que alguna derecha que siempre anda por ahí, le preste atención. Y también sirvió para que Margarita salga corriendo, lo pase a buscar a Ricardo Alfonsín, le pegue una chifladita a los socialistas de Santa Fe y arme otro partido político en un minuto.
Hasta Cristina va a aprovechar el griterío de las finales para pegar un volantazo, acercarse a Grabois y todo ese extraño progresismo antiabortista y anticorrupción que no resiste el menor análisis. Es la manera kirchnerista de contrabandear bolsonarismo.
Aquella tarde del 69 en el Monumental, mientras el capitán Silvio Marzolini lideraba la vuelta olímpica, les prendieron los regadores de agua para perturbar el festejo. Hacía 30 grados. Ese fue todo el acto de rebeldía millonaria. Para los que no lo puedan creer, pueden entrar a YouTube, poner “Boca Campeón 1969 vuelta olímpica” y van a ver 4 minutos de una Argentina que ya no existe más. Quizás con los años algunas cosas se puedan recuperar.
Y vos Gato, aprovechá este mes. Tirá las pálidas nuevas ahora que ni se van a notar (no como las anteriores que se notaron todas). Empalmá la Libertadores con el G20. Después viene Navidad, Año Nuevo, algunos saqueos tradicionales (tratá de que sean poquitos) y ya entramos en 2019, listos para la reelección. Con Copa Libertadores o humillados. No importa. Vos tranquilo, como Marzolini bajo los regadores y si es posible con un alguito menos de inflación.
Pregunta: ¿G20 es Gato y 20 más?

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@nib@l 2018