La hora de los fósforos - Carlos Herrera
«Soy una auténtica fósfora de su espacio», aseguró tan tranquila una oyente cuando quería decir forofa. Así pues, fósforo es la persona que se confiesa seguidor de un espacio concreto, a una hora concreta, y que toma su nombre de este afortunado desliz lingüístico.
«Aquí tienen ustedes, queridos amigos, la expresión llana, sencilla y brillante, surrealista y conmovedora de un buen puñado de oyentes representativos de los muchos que han conformado ese conglomerado fascinante llamado La fosforera.»
Con estas palabras asistimos a la mejor invitación de Carlos Herrera: reírnos sin parar, gracias a la mejor selección de opiniones, despistes, anécdotas y recuerdos de muchos de los fósforos que participan en una hora desde todos los puntos cardinales, y que con las más dispares edades y tendencias despliegan un talento escénico prácticamente único.
-El guardés de una finca le puso de nombre a su cuarto hijo Susdoy. ¿Por qué? Porque señores... «Jesús, José, y María, Susdoy el corazón y el alma mía.»
-Un turista alemán estaba comiendo en un restaurante de la costa balear. Al levantarse, se le quedó un testículo atrapado en la silla de anea. Su mujer empezó a darle vueltas a la silla para sacarlo. Pero cada vez estaba más hinchado... y menos aliviado. Al final, imagínense cómo pudo acabar la cosa.
-Roberto, que se tragó la pastilla de jabón en el vuelo Moscú-Madrid... Llegó a Barajas echando espuma por la boca como la niña de El exorcista.
Los mejores momentos del programa relatados con gracia y un estilo directo, conciso y brillante.
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