El juego de los herejes
Un narrador omnisciente abre El juego de los herejes con una minuciosa descripción de los últimos minutos de vida del editor Germán Bosco. Su negativa a interrumpir el proceso de edición de un ensayo escrito por Sebastián Gálvez sobre arqueología bíblica le conduce a la muerte.
Tras este asesinato coge las riendas de la narración la detective privado Carmen Hidalgo, que rememorará en primera persona todo lo concerniente a la investigación del caso del llamado «legado mandeo». La rutina de investigar infidelidades conyugales y falsas bajas laborales termina para Hidalgo cuando se presenta en su agencia el agente literario Laureano Gil, que requiere de sus servicios para encontrar a su representado, el escritor Sebastián Gálvez, desaparecido desde hace unos días. También le pide que encuentre el manuscrito de su último libro y los documentos en los que se ha basado para escribirlo.
Carmen Hidalgo no tardará en descubrir que sólo Germán Bosco, el editor asesinado, tenía una copia de la última obra de Gálvez. Un registro en la casa de este último revela que quizá el escritor también esté muerto. Pero la detective no podrá informar de estas averiguaciones a su cliente, porque Gil no sólo ha desaparecido sin dejar rastro, sino que además resulta no ser quien pretendía ser.