La noche de Damballah
«Dio cuatro pasos y la vio. Una cría. Dieciocho o diecinueve, a lo sumo. Delgada y con el pelo revuelto y largo hasta el pecho. Ojos rasgados, labios carnosos, pómulos muy marcados y nariz recta y mucho más fina que la mayoría de las negras que había visto. Una preciosidad... hasta con la mueca de pánico que le crispaba el rostro. La carnicería empezaba justo por debajo del esternón.»
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