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lunes, 30 de diciembre de 2019

Ajuste de cuentas -- Lee Child




Ajuste de cuentas  





Mientras pasea por Boston, Jack Reacher ve el rostro de un hombre al que conoció cuando estaba en el ejército y que debería llevar muerto diez años. Desde ese momento, Reacher solo tiene un propósito: acabar con él. No va a ser nada fácil. Su presa está relacionada con una red ilegal que está siendo investigada por la DEA. Reacher se verá obligado a actuar como agente infiltrado para lograr su objetivo. Sabe que es una misión suicida, pero él no es de los que deja los trabajos a medias.




A causa de innumerables presiones, demandas  y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de   e-libros . 


Si algún autor o dueño de derechos, se siente perjudicado por este paupérrimo blog, por favor avisenme y prometo desincorporar sus datos, en forma inmediata ... Gracias


 @níb@l  2019

martes, 12 de noviembre de 2019

Ajuste de cuentas -- John Grisham




Ajuste de cuentas  





Hay crímenes que hacen historia.
Pete Banning era el hijo predilecto de Clanton, Mississippi. Héroe condecorado de la Segunda Guerra Mundial, patriarca de una notoria familia, granjero, padre, vecino y miembro incondicional de la iglesia metodista. Una mañana de octubre de 1946 se levantó temprano, condujo hasta la ciudad y allí cometió un asombroso crimen. Las únicas palabras que Pete pronunció ante el sheriff, sus abogados, el jurado, el juez y su familia fueron: «No tengo nada que decir». No temía a la muerte y estaba dispuesto a llevarse sus razones a la tumba.
En esta novela John Grisham nos conduce en un viaje increíble desde la época de la segregación racial en Estados Unidos hasta la jungla de las islas Filipinas durante la Segunda Guerra Mundial y desde un hospital psiquiátrico lleno de secretos hasta la sala del tribunal en la que el abogado de Pete trata desesperadamente de salvarlo.





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 @níb@l  2019

sábado, 1 de septiembre de 2018

Nos vamos directo a la mierdaaaaa !


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¿Rumbo a la inflación más alta de los últimos 27 años?





Datos para entender la coyuntura
Datos para entender la coyuntura
Los temores del Gobierno por no poder cerrar el año por debajo del 32% de inflación que se fijó como tope en el acuerdo con el FMI podrían pasar al arcón de los recuerdos, de la misma forma en que debieron archivarse rápidamente las pautas del 10% y su corrección al 15%.

La disparada del dólar y los ajustes tarifarios pendientes podrían llevar la inflación de 2018 a un nivel superior al 41% registrado en 2002 y de esa manera colocar al presente año como el de mayor aumento de precios al consumidor de los últimos 27. No hacen falta más corridas cambiarias ni alguna crisis adicional a la que ya viene sucediendo desde mediados de abril. Simplemente, con un promedio mensual del 3,4% entre agosto y diciembre se llegaría a un 41,4% y de esa forma superar la marca del año que siguió al fin de la Convertibilidad.
Ese promedio mensual no sería difícil de alcanzar aun en el caso de que el Gobierno consiga dominar la turbulencia cambiaria y evitar mayores subas en la cotización del dólar. La mayoría de las consultoras prevén para agosto una inflación superior a ese 3,4% y se corre el riesgo de que septiembre cierre con un índice mayor, en parte por los ajustes esperados en las tarifas del autotransporte y ferrocarriles en el área metropolitana, en los precios de los combustibles y principalmente en el efecto de la suba ya operada del dólar en el valor de los productos de consumo masivo. 
Si bien se descarta que toda la devaluación del peso se traslade de inmediato a los precios, no podrá evitarse su paulatino “efecto residual” en los meses siguientes. En los que, además, habrá que esperar nuevos aumentos en las tarifas de servicios públicos ajustadas por dólar, como el gas y la electricidad.
Después del 41% de 2002, el año con mayor inflación del último cuarto de siglo fue 2016, con el 40,3%, seguido por el 38,5% de 2014. En estos dos casos, la fuente fue el denominado “IPC Congreso”, un promedio de diferentes consultoras realizado por diputados de bloques opositores. En 2016 debido a que la conducción del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) resolvió discontinuar la serie luego de la manipulación y alteración de datos realizada desde enero de 2007 y que invalidaron todas las cifras oficiales a partir de entonces. Incluidas las de 2014, cuando se debió recurrir a la información de diputados de la entonces oposición que luego formaron parte del Gobierno de Cambiemos, como Federico Sturzenegger y Patricia Bullrich.
De esa manera, 2018 podría ser el año de mayor inflación después de 1991, cuando se alcanzó un 84% en gran medida por el 51,9% del primer trimestre, previo al inicio de la Convertibilidad. Si esos porcentajes impresionan, qué decir del 4.923,6% de 1989 y el 1.343,9% de 1990.
En 1992, primer año de vigencia plena de la ley 23.928, el IPC fue del 17,5% y siguió descendiendo en los años siguientes, con deflaciones en 1999, 2000 y 2001.  
Después del 41% del 2002, hubo un brusco descenso al 3,7% en 2003 y desde 2004 la inflación volvió a mostrar una tendencia ascendente, si bien manteniéndose en un dígito anual hasta 2005. Luego del 10,7% de 2006, en enero de 2007 comenzó un proceso de manipulación de las estadísticas oficiales que obligó a recurrir a diferentes fuentes privadas y a índices de organismos provinciales, con un máximo del 38,5% en 2014.
La Presidencia de Mauricio Macri comenzó con una inflación del 40,3% en 2016, que bajó al 24,8% en 2017.
Si bien desde un principio la mayoría de las consultoras desechó la posibilidad de que se cumpliera en 2018 la meta oficial corregida del 15% anunciada el 28 de diciembre de 2017, en todos los casos se admitía un desvío de no más de cinco puntos porcentuales.
A medida que pasaban los meses, se fue haciendo evidente una brecha cada vez mayor entre la pauta oficial y la inflación real. A cuatro meses de la finalización de 2018, no sería descabellado prever un Índice de Precios al Consumidor Nacional que supere al 41% del 2002.

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@nib@l 2018

lunes, 11 de junio de 2018

Ajuste y mas ajuste en Macrilandia !!


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Ajustarse el cinturón (o ganar las elecciones)


Política en tiempos del FMI
Política en tiempos del FMI
Los planes de ajuste no ganan elecciones: el Gobierno lo sabe, aunque parece dispuesto a llevar adelante hasta las últimas consecuencias su programa de reducción acelerada del déficit fiscal tras el acuerdo alcanzado con el FMI.
La Casa Rosada se comprometió ante las autoridades del Fondo Monetario Internacional (FMI) a imprimirle nuevos bríos al gradualismo que ha caracterizado a sus políticas económicas desde que Mauricio Macri asumió como presidente de la Nación en diciembre de 2015.
Para cerrar un acuerdo por 50.000 millones de dólares que la Argentina tendrá disponibles durante un lapso de tres años, el Gobierno aceptó establecer con el FMI nuevas metas de inflación (en momentos en los que el incremento de precios carcome a diario el poder adquisitivo del salario aquí) y de resultado fiscal también hasta 2021.
En lo que se refiere a reducción del "rojo" de las cuentas públicas en la Argentina -uno de los pilares del plan económico macrista- se pactaron los siguientes objetivos: 2,7% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2018 (contra un 3,2% estipulado en la anterior estimación oficial); 1,3% en 2019 (2,2%); equilibrio primario en 2020 (1,2%) y superávit de 0,5% en 2021 (0%).
Esta decisión del Gobierno de redoblar la marcha en su proceso de reducción del déficit fiscal probablemente se traduzca en un decrecimiento de la obra pública en los próximos meses, de igual modo que se espera que tenga un impacto negativo en el salario real de los trabajadores públicos e incluso en los niveles de empleo en ese sector.
Así lo advirtió en estos días el economista Víctor Beker, director del Centro de Estudios de la Nueva Economía de la Universidad de Belgrano, que sostuvo que el FMI reclamó a la Argentina que el achicamiento del "gasto" del Estado sea más drástico que lo que había anunciado el Gobierno.
"La gran pregunta es cuáles son los ajustes que se van a hacer. Creo que el candidato natural es la inversión pública y el segundo candidato es el salario real del personal del Estado", evaluó Beker en un comunicado de prensa.

"Ajustarse el cinturón"
Más de 20 años pasaron desde que el último presidente no peronista de la Argentina llamó a la población a "ajustarse el cinturón" y a implementar una suerte de "economía de guerra", en medio de una de las tantas crisis que ha padecido el país a lo largo de su historia.
Se trató del radical Raúl Alfonsín, que se expresó en estos términos meses antes de la Copa del Mundo de fútbol que la selección nacional ganó en México en 1986.
Dos décadas y monedas más tarde, la administración que encabeza Mauricio Macri, aunque sin utilizar las mismas palabras, le reclama prácticamente lo mismo a los casi 44 millones de argentinos.
Por más que el objetivo de máxima del Gobierno suene e incluso resulte "empresarialmente" correcto, es decir, avanzar hacia un modelo financiero estatal en el que el gasto tenga un correlato lógico con los ingresos genuinos del sector público, los planes de ajuste no ganan elecciones.
Probablemente nadie que trabaje en política se animaría a negarlo.
En la Casa Rosada lo saben, pero Macri está dispuesto a "inmolarse" por la causa, según dijeron a la agencia Noticias Argentinas fuentes cercanas a la alianza Cambiemos en los últimos días.
En este contexto, si efectivamente el Presidente ha decidido llevar adelante su programa económico hasta las últimas consecuencias e incluso a "morir con las botas puestas"si fuese necesario, como sugieren en el Gobierno, los estrategas de comunicación del macrismo -que han cometido algunos errores significativos en los últimos meses- deberán esforzarse y mucho de ahora en más si pretenden sembrar en la población la idea de que un ajuste con características de cirugía mayor representa "lo más conveniente" para el país.
El gradualismo, eventualmente, sí gana elecciones, como quedó demostrado en los comicios legislativos del año pasado, pero tras el acuerdo con el FMI y los requisitos impuestos con relación al déficit fiscal, es esperable que el camino rumbo a la crucial votación presidencial de 2019 se le presente bastante más escarpado al oficialismo en elfuturo inmediato.
De por sí el Gobierno ha dilapidado en meses recientes gran parte del capital político que había alcanzado hacia fines del año pasado y si bien le sigue prendiendo velas al"segundo semestre" de 2018, es poco probable que la economía favorezca sus ambiciones de llevar mejor pertrechado al cambio de calendario.
El propio ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, reconoció que el crecimiento del PIB se ubicará este año por debajo de lo previsto originalmente, en el orden del 0,4% y el 1,4%, aunque destacó, como contrapartida, que el gasto público será recortado en un 4,5% en los próximos tres años.
En términos reales, esto implica una poda de la inversión pública del 30 por ciento hasta 2020.
Así las cosas, especialistas como Beker pronostican que se vienen tiempos de"estanflación" en la Argentina, es decir, un estancamiento económico combinado con un persistente aumento del costo de vida: un augurio desalentador para un Gobierno que apuesta a renovar su mandato en 2019.

La justa deportiva sin igual
Con la disputa del Mundial de fútbol la atención de la opinión pública estará enfocada principalmente en lo que suceda en Rusia.
La "justa deportiva sin igual" que se avecina debería suponer un puñado de semanas de calma artificial para el Gobierno, que sabe que tiene por delante varios frentes de tormenta por sortear antes de fines de año.
La Casa Rosada viene de desactivar temporalmente una amenaza de paro nacional por parte de la CGT, a la que le ofreció habilitar un incremento de 5% en la pauta salarial establecida para 2018 y así elevarla a 20% para negociaciones en el sector privado.
Al mismo tiempo, quedó definitivamente descartada la insólita meta inflacionaria del 15% para el año en curso.
Da la sensación de que tuvo que aparecer en escena el FMI para decir, "Muchachos, déjense de tonterías".
Dicho sea de paso, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) mostraría en 2018 un incremento incluso mayor al registrado en 2017 (24,8%) y el dólar luce lo suficientemente entusiasmado en la plaza doméstica como para ir en busca de los 30 pesos por unidad para la venta antes de fines de año.
En el plano gremial, sectores más radicalizados y por ende, menos dialoguistas de la CGT, liderados por el clan Moyano, se mantienen en pie de guerra, junto a las centrales obreras que encabezan Hugo Yasky y Pablo Micheli, que ya lanzaron una huelga nacional con movilización para el próximo jueves, día en el que comenzará a rodar la pelota en Rusia.
En la sede de Azopardo, postergaron hasta el martes una decisión.
De todos modos, en las semanas que se avecinan el humor social estará en gran medida supeditado a lo que ocurra con el astro Lionel Messi y sus compañeros de la selección argentina de fútbol que dirige Jorge Sampaoli en aquel país de la ex Unión Soviética.
En pleno Mundial incluso, hacia el 20 de junio -feriado en la Argentina- el Gobierno de Macri debería tener ya disponible el 30% de los U$S 50.000 millones que le ofrece el FMI, es decir, 15.000 millones de billetes estadounidenses.
Ese día se espera que quede formalizado el acuerdo con Fondo, "celebrado" por el oficialismo y duramente cuestionado por la oposición e incluso sectores de la Iglesia, como los curas que integran el grupo Opción por los Pobres: "El FMI siempre ha sido sinónimo de hambre. Lo que se viene es muerte", aseguró uno de ellos, el sacerdote Ignacio Blanco, de la diócesis de Quilmes.
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