Los impresentables de siempre… no vuelven más
Si ahora mismo aterrizara un plato volador en Argentina, no habría manera de explicarles a sus tripulantes qué es lo que ocurrió frente al Congreso de la Nación.
¿Qué decirles respecto de la hiperbólica violencia que regalaron un grupo de impresentables? ¿Cómo hacerles entender que siempre son los mismos y que siguen sueltos a pesar de ello?
Es imposible imaginar una situación similar en un país del primer mundo. Siquiera en naciones tan cercanas como Chile y Uruguay. Solo en Argentina… Siempre en Argentina.
Es penoso, porque la discusión ciudadana debió estar enfocada en el debate del presupuesto 2019. Pero no se pudo, porque los desmanes se apoderaron de la agenda Setting.
Los noticieros están ahora mismo hablando de ello, incluso de los enfrentamientosdentro del recinto del Congreso, pero no hay análisis de los discursos de los legisladores.
Se mencionan los nombres de los detenidos por los desmanes, una y otra vez, y no se habla de quiénes son los diputados que hablaron hasta ahora.
Dicho sea de paso, fueron secuestradas bombas molotov, botellas con combustible, clavos “miguelitos” y martillos para romper veredas y bancos.
Todo ello estaba en las mochilas de aquellos que fueron demorados por la policía. ¿Hace falta mencionar qué es lo que pretendían hacer con todo eso?
Es preocupante, porque los activistas intentaban ingresar al Congreso de la Nación. Solo la acción de los uniformados pudo evitarlo. ¿Qué hubiera ocurrido si hubieran logrado avanzar hasta el recinto de Diputados?
Preocupó ver a puntuales referentes del kirchnerismo tratando de impedir el trabajo de la policía. Dos de ellos fueron Andrés “Cuervo” Larroque, quien aún debe dar explicaciones por los cuadernos de la corrupción K; y Juan Cabandié, el mismo que en 2013 agredió duramente a una agente de tránsito que lo había multado minutos antes.
“Nos defendimos de la mirada de los policías”, argumentaron algunos de los que fueron filmados tirando piedras. ¿Puede haber justificación más imbécil?
Quedó más que claro que los desmanes fueron preparados con debida antelación. ¿Cómo explicar sino la existencia de bolsas con cascotes que se vieron en la periferia del Congreso? ¿Qué decir acerca de la llegada de Hebe de Bonafini con una oportuna máscara de gas?
Es penoso el espectáculo que dieron, tanto la izquierda como el kirchnerismo. Transformaron el término “protesta” —un tópico legítimo y muchas veces necesario— en una mala palabra. La deslegitimaron por completo.
Incluso se transformaron idiotas útiles, porque no permitieron poner el necesario foco sobre el presupuesto que intenta aprobar el gobierno. Macri, agradecido.
Ahora solo resta esperar el turno de los “ladriprogresistas” de siempre, aquellos que saldrán a justificar lo injustificable. Muchos de ellos son periodistas. O dicen serlo al menos.
Lo único cierto es que la violencia no tiene justificación, ninguna. No importa que provenga de la izquierda o la derecha. No debe tolerarse.
Es como dijo, allá lejos y hace tiempo, el gran Isaac Asimov: “La violencia es el último recurso del incompetente”.