Distinta Clara
Laia Crespo (veintipocos, hija única) estudia un máster en la Universidad de Barcelona, adonde se ha mudado, harta de viajes en tren desde Vilanova; sus padres no terminan de asimilar su ausencia. Comparte piso con otra chica y trabaja en una librería café. Un domingo, mientras echa un vistazo a una caja de libros de adolescencia que su madre le ha apartado, redescubre un pequeño volumen de poemas: Obras Completas de Clara Dubasenca (Tomo III). El libro, dedicado por la autora a un tal Ramón, desencadena en Laia el recuerdo de cómo llegó hasta ella: su profesora de literatura llegó un día a clase con unas cajas de libros e invitó a sus alumnos a que cogieran los que quisieran. En un gesto instintivo, vuelve a guardarse el libro y, ya en Barcelona, localiza a la profesora, ahora en Barcelona también, y charla con ella; los libros pertenecían a Ramón, un vecino suyo que acababa de morir, pero no sabe nada más de la autora. Más tarde, cuando Laia alarga la mano para ponerlo en un anaquel de la cafetería donde están los que los clientes dejan o se llevan, el libro se le cae al suelo abierto por el poema Todo se repite, que la chica interpreta como una señal. Precisamente necesita un tema para el trabajo de fin de máster, y en ese instante decide llevar a cabo una investigación sobre la misteriosa Clara Dubasenca: ¿Quién es? ¿Dónde está el resto de su obra? Para empezar, se pondrá en contacto con la viuda de Ramón.
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