Si bien no deja de expresar sus críticas en materia económica, el diputado Marco Lavagna es bien visto desde el equipo económico del gobierno, que respeta de él que “no tiene mala leche”, tales las palabras de un funcionario de Hacienda. La frase alcanza también para diferenciarlo del resto del massismo que integra y del que es su principal referente económico en el Congreso. En efecto, el hijo del exministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner no acostumbra a trazar diagnósticos catastrofistas, y le valoran que cuando interpela a funcionarios en el Congreso omite hacer chicanas. Un último dato: cuando se debatió y aprobó el tema tarifas en la Cámara baja, él no habló.
Esa mesura usó por ejemplo en el inicio de la crisis cambiaria desatada el 24 de abril. Por esos días, Marco Lavagna expresaba su confianza porque el Banco Central pudiera controlar la situación, porque “tiene las herramientas”. Federico Sturzenegger acababa de elevar la tasa al 40%, y Lavagna aceptó esa decisión el sábado 5 de mayo, cuando en un reportaje admitió que las autoridades “necesitaban llevar tranquilidad a los mercados, tomar medidas extremas”. Pero advirtió sobre el problema que vendría si eso se mantenía en el tiempo.
¿Cuándo se debería bajar la tasa del 40%?, le preguntaron. “Espero que en los próximos días”, respondió, y ante la insistencia apuntó que esperaba que “en 15 días puedan ir bajándola y llevarla de nuevo a los niveles previos… y llevarla después a niveles más bajos”.
En lugar de dos semanas, pasaron más de dos meses y la tasa está aun más alta. Con todo, más allá de las críticas y lamentos, propios y extraños coinciden -como Lavagna- en que la prioridad absoluta es frenar la corrida cambiaria, tal cual ya expresamos en este mismo espacio. Todo lo que se haga para salir de la crisis está bien, repiten por estos días. Algo que parece haberse conseguido desde hace dos semanas, pero atento a los antecedentes recientes, nadie se anima a dar por concluido el problema.
El último día hábil de junio el valor del dólar escaló hasta los 30 pesos, pero a partir del lunes siguiente pudo ser contenido y ya no volvió a escaparse, para cerrar el viernes pasado en el nivel más bajo de lo que va de julio. Pequeñas victorias, pero nadie se atreve a proclamar nada.
Fue uno de los temas que le planteó al Presidente la cúpula radical durante la cena que mantuvieron el martes pasado en Olivos. Recibieron garantías de que las tasas bajarán en dos meses. Algunos lo consideran un plazo optimista, y sugieren que eso sucederá recién a fin de año. Habrá que ver cómo hacen las empresas para sobrellevar semejante nivel de intereses tanto tiempo.
Pasa que la volatilidad aún persiste. A los errores no forzados que ha cometido el gobierno, hay que sumar el contexto internacional que fue precisamente el que desató la tempestad, y que lejos está de calmarse. Todos los países emergentes están sufriendo esta crisis, y una muestra es que Brasil devaluó 2% esta última semana. Pero está visto que de todos los damnificados, Argentina está primera y con bonete, como decía la expresidenta.
Ya hemos dicho aquí que la guerra comercial entre Estados Unidos y China es una de las causas principales de los temblores financieros que tanto perturban. Veamos una muestra de por qué nos impacta: en represalia a las medidas adoptadas por la administración Trump, China elevó los aranceles a la soja estadounidense. En consecuencia, el viernes ese valor llegó a su nivel más bajo en casi una década. Justo esta semana se cumplen diez años del histórico “voto no positivo” de Julio Cobos que representó una dura derrota para los Kirchner, en tiempos en que los precios de la soja volaban. Una suerte que ni de cerca tuvo esta administración, con valores inferiores a la mitad de ese entonces.
Y ya que estamos en tema, causó escozor en el campo la información difundida el viernes por el propio Fondo Monetario en la que se detalla el informe de los técnicos de ese organismo elevado al directorio del mismo para conceder el préstamo stand by por 50 mil millones de dólares, en el que entre otras cosas se sugiere para reducir el déficit frenar la baja de retenciones a la soja prevista para el próximo año. Algo que el propio Presidente se encargó de descartar varias veces y que prometió no hacer días pasados al recibir a la Mesa de Enlace del campo. Los socios radicales insisten conque el gobierno debiera rever esa decisión y así se lo expresaron a Macri en Olivos.
Pese a las reiteradas negativas presidenciales en ese sentido, nadie descarta que por imperio de la realidad esa decisión termine siendo adoptada. Desde Hacienda han sugerido esa alternativa, y el exfuncionario Luciano Cohan levantó el avispero esta semana en las redes sociales cuando sugirió “frenar por un tiempo la baja de retenciones a la soja”. Aclaró que no lo consideraba un impuesto bueno, sino que lo hacía simplemente porque“no hay plata”. Palabras contundentes de quien hasta hace pocos días era subsecretario de Programación Macroeconómica del Ministerio de Hacienda. “Son un mal necesario en mitad del ajuste que hay que hacer”, remató.
La duda que subsiste es precisamente si el gobierno podrá hacer ese ajuste, sobre todo cuando esta semana Nicolás Dujovne elevó el número de esa reducción a 300 mil millones de pesos. Y que la mitad deberá correr por cuenta de las provincias… Autoridades del Fondo estarán esta semana en la Argentina. Christine Lagarde se reunirá con Mauricio Macri, y no se descarta que tenga contactos con representantes de la oposición, que ya adelantaron que no serán refractarios a participar de esos encuentros, pero no piensan compartir el costo político en un año electoral.
Será una difícil negociación la que deberán encarar las autoridades con los gobernadores; en los contactos que ha habido hasta ahora se habló de trazos gruesos, pero con los datos definidos por Dujovne ya se puede avanzar con números concretos. Trascendió que previendo un rechazo final, el gobierno habría resuelto no esforzarse para encontrar un acuerdo y prorrogaría directamente el presupuesto vigente. Esto es, hacer como en 2010 hizo el gobierno de Cristina. Voceros oficiales aseguraron a este medio que no es esa la decisión que adoptará esta administración, aunque esa amenaza sirve para negociar. Una negociación que no será en bloque, sino “uno a uno” con cada gobernador. Es lo que viene haciendo Rogelio Frigerio. Nada garantiza el éxito de estas gestiones.
Flaco favor hizo en este sentido la diputada Elisa Carrió cuando prendió fuego los puentes con el gobernador cordobés, el de mejor relación personal con Mauricio Macri, aunque también es cierto que en el oficialismo no son pocos los que miran de costado aJuan Schiaretti, al que adjudican la “actitud del tero” en la discusión por las tarifas, cuando vociferaba en contra y sus legisladores votaban a favor. Se le atribuye también la propuesta de traspasar los servicios de agua, luz y transporte a Rodríguez Larreta y Vidal. Menos con el agua, el resto avanzará.
Prorrogar el Presupuesto vigente como hizo Cristina no es la única comparación que podría hacerse hoy entre Macri y su antecesora. También sonó kirchnerista lo del 9 de Julio en Tucumán, cuando el Presidente se salteó el Tedeum, en el marco de este endurecimiento de la Iglesia con el gobierno. Aunque a diferencia de Cristina y Néstor Kirchner, el gobierno estuvo representado por la vicepresidente, ferviente militante contra el aborto. El tema ha escalado, generando grietas en el seno de Cambiemos, pero sobre todo desatando la ira eclesiástica con el Presidente por haber habilitado el debate.
Puede resultar injusto, si se tiene en cuenta que la mayor parte de los senadores de Cambiemos votará en contra: hoy por hoy, 14 se inclinan por el rechazo, y solo 6 votarían a favor. Hay 5 senadores oficialistas indefinidos. En cuanto al resultado de la votación en la Cámara alta, el conteo tiene adelante a los que votarían en contra: 30; 27 lo harían a favor de legalizar el aborto, hay una abstención segura y 14 indecisos, según datos de parlamentario.com. Con todo, el rechazo liso y llano crece entre los sectores que hasta hace pocos días se mostraban propensos a sugerir modificaciones al proyecto, para que volviera a Diputados. El temor a que en la Cámara baja no convaliden las modificaciones de los senadores y ratifiquen lo aprobado originalmente lleva a los antiabortistas al rechazo total.
@nib@l 2018