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martes, 11 de febrero de 2020

Sobre trompos, cúpulas y vuelos -- Ibrahím López Garcia




Sobre trompos, cúpulas y vuelos  





 Había una vez un hombre bueno llamado Ibrahím. Era un genio, un mago, un ilusionista, que andaba lleno de ciencias, de sueños y de amor. Como es lógico, este hombre maravilloso había nacido en Cabure y como yo tuve la suerte de nacer en el mismo lugar y algunos creen que soy poeta, naturalmente, Ibrahím y yo fuimos amigos. Durante la infancia practicamos los mismos juegos, fuimos a la misma escuela y compartimos miedos y alegrías. Más tarde anduvimos juntos un largo trecho compartiendo la idea de cambiar el mundo. Últimamente habíamos establecido una hermosa relación: cada vez que nos encontrábamos yo le hablaba de los nietos y él me entregaba sus sueños y sus nuevos conocimientos e invenciones, así por ejemplo; Yo le decía Ricardo, mostrándole una cascada musical; y él me hablaba de las galaxias y me regalaba un caballo cósmico. Yo le decía Patricia, liberando un centenar de mariposas; y él me hablaba del cosmos y me convencía de que somos polvo de estrellas. Yo le decía Hugo Alejandro, haciendo brotar un chorrito de agua de la tierra y él me hablaba de la sed y me entregaba la forma de bebernos el agua del mar. Yo le decía Alejandra, entregándole un ramo de rosas; y él me hablaba de la contaminación ambiental y me regalaba una cocina solar. Yo le decía Miguel Antonio, entregándole la cabecera de un río; y él me hablaba de la participación comunitaria, de la utilización de materiales elaborados por los beneficiarios y me ponía en posesión de una vivienda popular. 

Yo le decía Eugenio Andrés, regalándole los juguetes de mi infancia; y él me hablaba de la necesidad de defender a la tierra y me descubría las posibilidades de la energía magnética. Yo le decía Pedro Rafael, mostrándole una parábola que va desde mi padre hasta mi nieto; y él me hablaba de la estabilidad del movimiento y me entregaba su nave universal. Sin embargo, no todos queríamos a Ibrahím. Los circunspectos señores del claustro universitario, los prósperos constructores del cemento y la cabilla; los vendedores de gas y energía eléctrica, los fabricantes de licores y cigarrillos; los importadores de aviones y automóviles; sintieron amenazados sus sacrosantos intereses y declararon la guerra a los sueños de Ibrahím: le negaban los recursos para sus investigaciones, saboteaban el proceso de sus experimentos y robaban el resultado de su trabajo; pero, como Ibrahím no se rendía, cambiaron de táctica y lo declararon loco, apedrearon su casa, le negaron el pan y el agua y terminaron pretendiendo sepultarlo debajo de una espesa capa de silencio. Ibrahím continuaba erguido y desafiante; pero un día sintió un inmenso cansancio y recogió sus sueños, sus angustias y sus esperanzas, los metió en una pequeña alforja, montó en su caballo cósmico y se fue a vivir en otra galaxia. Desde entonces yo ando solo con el amor de mis nietos y con la esperanzada seguridad de que el galáctico caballo de Ibrahím anda suelto por el aire.





A causa de innumerables presiones, demandas  y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de   e-libros . 


Si algún autor o dueño de derechos, se siente perjudicado por este paupérrimo blog, por favor avisenme y prometo desincorporar sus datos, en forma inmediata ... Gracias


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