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miércoles, 31 de octubre de 2018

Aduana Argentina y la justicia muy ciega .


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Sigue la corrupción en la Aduana (y Cambiemos no hace nada)



¿Y la Oficina Anticorrupción?
¿Y la Oficina Anticorrupción?

Allá lejos y hace tiempo decidí hacer una investigación exhaustiva sobre corrupción en la Dirección General de Aduanas.
Eran los primeros años del kirchnerismo y pensaba, con sorprendente ingenuidad, que podría llegar a hacer una suerte de “limpieza” de la putrefacción allí imperante. 
Con los datos recopilados, producto de varios años de indagación, le llevé una carpeta al flamante titular de la Aduana, Ricardo Echegaray, con todos los nombres de los supuestos corruptos.
Entonces, era imposible imaginar que este último se transformaría en el emblema de los negociados kirchneristas. Yo al menos no lo sospechaba.
En ese dossier, aparecían varias docenas de funcionarios aduaneros, con número de legajo y todo, vinculados a desaguisados de diversa índole. Dejé esa carpeta en la Aduana y ofrecí ampliar lo que hiciera falta en persona. Si algo me sobraban, eran pruebas de la corrupción.
Publiqué parte de ello en Tribuna de Periodistas en el año 2006, hace 12 años ya. Fue una extensísima nota titulada “Corrupción en la Aduana”.

Sin embargo, a pesar de todo lo aportado, no obstante todo lo denunciado, jamás nada ocurrió. En realidad, recibí unas 35 cartas documento y dos querellas penales por parte de los que yo mencioné allí.
Pero ninguno de ellos fue separado de su cargo, jamás. Ni entonces, con el kirchnerismo en el poder, ni ahora, con el macrismo ocupando el Ejecutivo nacional.
Dicho sea de paso, cada tanto, en los últimos tres años, he vuelto sobre el tema de la Aduana, pero no he logrado jamás que el gobierno de Mauricio Macri haga nada al respecto.
No soy el único que ha intentado hacer algo: oportunamente, una mujer se presentó en la Oficina Anticorrupción, gestión Laura Alonso, y denunció al Jefe Verificador en Maquinarias en Ezeiza.
Se trata de Miguel Río, legajo 16998-6, a quien yo mismo señalé en mi vieja nota del año 2006, mencionando que lo habían separado de la Aduana, “puso u$s 50.000 y volvió a ser verificador”.
A pesar de mi nota y de la denuncia posterior, el hombre sigue en su cargo como si nada, en un cargo de enorme relevancia, ya que pone la firma de todo lo que entra o sale del país.“Nadie me dio respuesta jamás en la Oficina Anticorrupción y la investigación jamás avanzó”, me confesó la denunciante hace poco.
Río es el botón de muestra que permitirá entender de qué hablamos cuando hablamos de corrupción e impunidad. Es alguien que lleva más de 40 años en la Aduana y que se va a jubilar a fines de 2019, como si nada.
Su pericia a la hora de hacer negocios —léase “negociados”— le permitió adquirir una propiedad con dos terrenos en un country en San Vicente. La casa está valuada en 600 mil dólares aproximadamente.
A su vez, tiene otra propiedad en la localidad de Burzaco e incluso compró la casa de al lado. También tiene una ostentosa propiedad en Guernica.
No es todo: según documentos a los que tuvo acceso TDP, tiene una camioneta RAM 2.500 patente AB, un auto antiguo —una Fiat Barcheta de colección— y una coupé Peugeot 308 Cabriolet —puesto a nombre de su hija—, comprado hace una semana. Pero no es todo: este mismo año les compró a dos de sus hijos sendos Chevrolet Cruze cero Km.
Tiene mucho más, pero son bienes que jamás aparecerán en sus declaraciones juradas.
Por si le faltara algo, en estos días goza de vacaciones por 5 meses, hasta febrero de 2019. Argumenta que “se le acumularon”.
Como puede verse, no solo se trata de un corrupto, sino también de un real caradura.

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@nib@l 2018