Hamas. La marcha hacia el poder
El triunfo de Hamás en las elecciones legislativas palestinas, por lo inesperado de su amplia victoria y por sus posibles consecuencias internas e internacionales, fue considerado como un terremoto político. Incluido dentro de la lista de organizaciones terroristas de los Estados Unidos y en las de la Unión Europea, Hamás se autodefine como un movimiento de resistencia que combina su carácter islámico con su nacionalismo palestino y que, desde su primera aparición en los inicios de la Intifada de 1987, se presenta como una alternativa al movimiento nacional palestino, básicamente laico y agrupado en su mayor parte dentro de la OLP, con la que Hamás mantendrá una relación en la que se entrelazan la confrontación y una calculada cooperación. Gran parte del poder social de Hamás se asienta sobre una vasta red de asistencia social y educativa que llena los numerosos vacíos existentes. En su triunfo electoral intervienen, no obstante, muchos otros factores, entre los que destaca un discurso ideológico en que la lucha contra la ocupación está presidida por una combinación de radicalidad y pragmatismo, así como por una estudiada violencia que se materializa en una serie de atentados y acciones suicidas que no sólo van dirigidos contra Israel, sino contra el proceso iniciado por los Acuerdos de Oslo y, en consecuencia, contra la Autoridad Palestina que de ellos deriva. A esto hay que añadir la fama de eficacia y honestidad del Movimiento que se contrapone a la corrupción que domina en amplios sectores de la citada AP. La unidad, frente a la fragmentación de sus oponentes electorales, incide también en el triunfo electoral de Hamás y en la permanencia en el poder de su gobierno, a pesar del bloqueo internacional que se mantiene hasta que éste acepte las tres condiciones del Cuarteto: el reconocimiento de Israel, el cese de la violencia y la aceptación de los acuerdos previamente firmados.
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