La casa de los naranjos
El miedo es cristal líquido que entra por los ojos, se cuela por las venas, te desgarra las entrañas y activa tu cerebro en modo ficción.
La vida de Julia, una mujer de treinta y tantos, se complica de la noche a la mañana. Descubrir que es adoptada, enfrentar la muerte de los que creía sus padres y enterarse de que se ha convertido en heredera de una tía que, hasta entonces, desconocía la tiene desbordada.
La Camelia es la finca que ha heredado de su difunta tía, Amelia. A primera vista parece una casa antigua igual a cualquier otra, pero en ella se combinan los componentes de la formula letal. Casa vieja + sacerdote + historias de pueblo = modo pánico activado.
La mente es poderosa y suele jugarnos malas pasadas, tal y como lo descubrirá Julia a lo largo de su paso por La casa de los naranjos.
En la tétrica casona hay algo que solo ella puede desvelar; los secretos de la respetable familia de la Rentería, los mismos que los habitantes, harán todo lo posible por mantener ocultos.
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@níb@l 2019