Encubierta
Soy una vampiresa y no, no brillo cuando me da el sol como un saco de purpurina. Tampoco me derrito como un helado en mitad de un terral malagueño, ni voy degollando cuellos para sacarle la sangre a la gente. Siento decepcionaros. Los Drácula no existen. Los vampiros nos alimentamos de tus miedos, tu ira, tu dolor, tu coraje... En definitiva, nos alimentamos de tus desgracias.
Las hermandades de vampiros se ocultan por todo el planeta, y algún rinconcito más lejano. ¿Pensabas que los Illuminati dominaban el mundo? Ya te digo yo que no.
Los vampiros tenemos el monopolio de las drogas, el alcohol, el tabaco, los puticlub y hasta de las farmacéuticas. En efecto. Vosotros cebáis a los cerdos para inflaros de jamón serrano y nosotros os hacíamos lo mismo con las aspirinas. ¿Creías que la ciencia trabaja por el bienestar social? Siento destrozarte tu cuento de hadas. Lo cierto es que está para darnos de comer. ¡Joder! Tú exceso de felicidad puede provocarme una embolia y dejarme vegetativa.
Pero no somos mala gente. Es la cadena alimenticia. Así es la vida. Tampoco te quejes. Además, un poco de picor os ayuda a valorar los buenos momentos. Reconoce que a los humanos no se os da nada bien valorar las cosas. Ahí entramos nosotros. Vosotros aprendéis y nosotros no morimos de hambre. Dos pájaros de un tiro.
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