El filtro burbuja
Estamos predispuestos a responder a un conjunto de estímulos muy limitado: es probable que leamos primero una noticia que hable sobre sexo, cotilleos, violencia, famosos o humor. Estos son los contenidos que con más facilidad pasan a través del filtro burbuja. Es sencillo que la gente le dé al «Me gusta» y que aumente así la visibilidad de una publicación de un amigo acerca de cómo terminar una maratón o de cómo hacer sopa de cebolla. Es más difícil darle al «Me gusta» si se trata de un artículo titulado «El mes más sangriento visto en Darfur en dos años». En un mundo personalizado, cuestiones esenciales aunque complejas o poco agradables —el número creciente de reclusos, por ejemplo, o las personas sin hogar— es menos probable que nos llamen la atención.
Como consumidor, es difícil discutir sobre lo irrelevante y lo desagradable. Sin embargo, lo que es bueno para los consumidores no es necesariamente bueno para los ciudadanos. Lo que parece gustarme puede no ser lo que de verdad quiero, por no hablar de lo que tengo que saber para ser un miembro informado de mi comunidad o país. «Es una virtud cívica estar abierto a aquello que parece encontrarse fuera de tus intereses —me dijo el periodista especializado en tecnología Clive Thompson—. En un mundo complejo, casi todo te afecta; esto acota el círculo del individualismo en un individualismo económico[35]». El crítico cultural Lee Siegel lo expresa de otro modo: «Los clientes siempre tienen la razón, pero la gente no».
A causa de innumerables presiones, demandas y/o amenazas de inquisidores digitales (grupos editoriales y sus representantes legales), desde el 13-05-17, me veo obligado a dejar de compartir toda clase de archivos que incluyan la descarga de e-libros .
Si algún autor o dueño de derechos, se siente perjudicado por este paupérrimo blog, por favor avisenme y prometo desincorporar sus datos, en forma inmediata ... Gracias
@níb@l 2019