La infancia de los dictadores
Jamás negó el genocidio de su propio pueblo, pero simplemente lo calificó como un «error» causado por «la falta de experiencia».
«¡Míreme! ¿Parezco malvado? ¿Parezco violento? ¡Para nada! Tengo la conciencia tranquila, eso lo tengo muy claro», afirmó Pol Pot en 1997. Efectivamente, nunca fue un camarada difícil o temperamental. Inspiraba confianza de entrada y cultivaba esa impresión repitiendo una de las frases preferidas de su madre: «Cuando hacemos algo, tenemos que hacerlo a la perfección». En realidad, esa idea ilustraba perfectamente la ambigüedad que siempre lo acompañó: la perfección según Pol Pot no consistía en hacer las cosas bien sino en hacer las cosas hasta las últimas consecuencias.