Pobre estomago literario
En un país que más o menos parece España, en cierta etapa de un siglo que más o menos parece el diecisiete, el máximo aristócrata de una comarca en esa nación posible hace divulgar una convocatoria, entre los habitantes del pueblo que circunda su castillo, para opositar al recién creado empleo, por él y para él, de lector de cámara, o camarero de lectura. Anuncio al que responden dos jóvenes del lugar, sin prever o anticipar la verdadera naturaleza del puesto, sus interioridades, sus beneficios manifiestos o sus peligros encubiertos, que luego se revelarán de manera gradual para el escogido.